septiembre 10, 2025

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Migración e Identidad Fronteriza: una exposición que reconstruye la memoria colectiva

DOMINGO 7 SEPTIEMBRE 2025

POR JACK RO

Exposición artística que explora la migración, el desarraigo y la identidad cultural en la frontera de Ciudad Juárez.

CD. JUAREZ, CHIH.- El Colectivo Arte Juárez, en colaboración con la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), presentó su más reciente proyecto cultural: una exposición titulada Migración e Identidad Fronteriza. Esta muestra aborda diversos temas relacionados con la historia de la región, los grupos étnicos e individuos de nuestra sociedad actual que la han habitado en su evolución sociocultural desde la prehistoria hasta el nuevo milenio.

Como frontera viva y compleja, ha sido escenario de múltiples acontecimientos que han marcado su identidad (esto se refiere a hechos históricos, sociales o culturales que han influido profundamente en la forma en que una comunidad se percibe a sí misma y cómo es vista por los demás).

Desde esta perspectiva, los artistas locales buscamos contribuir con una reflexión profunda sobre el vacío cultural que ha dejado el desarraigo en distintos momentos históricos.

La identidad cultural es un constructo dinámico que se forma a través de procesos históricos, sociales y simbólicos. Stuart Hall (1990) plantea que la identidad no es una esencia fija, sino una narración en constante transformación. En contextos fronterizos, como Ciudad Juárez, esta identidad se ve atravesada por flujos migratorios, tensiones geopolíticas y fenómenos de globalización que reconfiguran el sentido de pertenencia.

JACK RO

Hoy, esta frontera es un espejo de desarrollo industrial e internacional, donde sus habitantes participan activamente en el crecimiento global a través de su trabajo y creatividad.

Por otro lado, el arte, según Néstor García Canclini (1995), funciona como un espacio de mediación entre la tradición y la modernidad, permitiendo representar y reinterpretar los conflictos culturales. En este sentido, el arte fronterizo se convierte en una herramienta de resistencia simbólica frente al desarraigo y la homogeneización cultural.

Los artistas del colectivo que lo conforman—quienes forman parte activa de la sociedad civil—, asumen con convicción carácter y determinación este reto. Con entusiasmo y voluntad, se han comprometido a llevar adelante este proyecto que representa una apuesta por el arte como herramienta de memoria, identidad y transformación.

Por ello, consideramos fundamental crear un lenguaje plástico que funcione como modelo idiosincrático de nuestra cultura latinoamericana, distinta en sus costumbres, en su educación y en su visión de la vida. Esta diferencia no solo se manifiesta dentro de nuestro país, sino también en la personalidad colectiva de los pueblos de América Latina.

La exposición no es una simple muestra estética. Es un recorrido por las huellas que la migración ha dejado en la región: desde los pueblos nómadas que cruzaban el desierto, hasta los obreros que hoy sostienen la industria maquiladora. Cada obra es un testimonio del desarraigo, de la transformación constante, de la lucha por construir una identidad en medio del tránsito.

La exhibición busca visibilizar el impacto del desarraigo entre su pasado y su presente borrado de la memoria histórica para reinventarlo y adaptarlo a las costumbres de sus habitantes, resaltando cómo cada etapa migratoria ha dejado huellas en la ideología fronteriza con mosaicos, murales, arquitectura, lienzos, dibujos y miles de formas autóctonas.

En la actualidad, Juárez se presenta como un motor de desarrollo industrial e internacional, donde la población participa activamente en el progreso global.

Los artistas del colectivo; emprenden que el proyecto Migración e Identidad Fronteriza no busca representar el dolor por sí mismo, sino entenderlo, dignificarlo y transformarlo.

La dificultad está en cómo abordar estos temas sin caer en representaciones que revictimicen, simplifiquen o reproduzcan estereotipos.

La colonización fue saqueo, racismo, destrucción de lenguas, dioses y memorias. Pero también fue resistencia, adaptación y creación de nuevas identidades.

La colonización de Norteamérica por parte de potencias europeas —España en el sur, Inglaterra y Francia en el norte— marcó el inicio de un proceso violento de ocupación territorial, sometimiento de pueblos originarios y destrucción de sus estructuras culturales.

Aunque México y Estados Unidos siguieron rutas históricas distintas, ambos compartieron una lógica colonial basada en el despojo, la evangelización forzada, la esclavitud y la imposición de modelos civilizatorios que enajenaron su civilización y la pervirtieron.

En el norte de México y el sur de Estados Unidos, la pacificación de los pueblos indígenas fue sinónimo de exterminio, desplazamiento y marginación.

La migración contemporánea no puede entenderse sin este trasfondo: es la consecuencia de siglos de violencia estructural, desigualdad y ruptura de vínculos comunitarios.

Cada etapa migratoria ha transformado las costumbres de este pueblo, originalmente nómada y luego sedentario, que a lo largo del tiempo —desde la colonización, la independencia, la reforma, la revolución mexicana, la Segunda Guerra Mundial, la industrialización y hasta la visión posmoderna del siglo XXI— ha enfrentado su entorno para construir una ideología fronteriza propia.

Como la estancia de Benito Juárez durante la resistencia contra la invasión francesa, que le dio relevancia nacional.

El auge cultural con figuras como Juan Gabriel y Tin Tan, que dejaron huella en la música y el cine mexicano.

La visita del Papa Francisco a Ciudad Juárez el 17 de febrero de 2016 fue un momento profundamente simbólico para esta frontera marcada por la migración, la violencia y la esperanza. Su presencia llevó un mensaje de reconciliación, justicia social y compasión, especialmente al celebrar una misa binacional frente al muro fronterizo y al visitar el penal local, donde habló de dignidad y segundas oportunidades.

Fue un acto que visibilizó el sufrimiento de los migrantes y reafirmó la fe de una comunidad resiliente. En palabras del propio Papa: “Ninguna situación humana es ajena al corazón de Dios”. Esa frase quedó grabada en la memoria colectiva de Juárez como un llamado a la empatía y al cambio.

La frontera, más que una línea geográfica, se convirtió en una herida histórica que aún sangra.

El dilema artístico
El reto no es ignorar el horror, sino cómo representarlo. ¿Desde qué mirada? ¿Con qué símbolos? ¿Con qué intención? Las obras deben dialogar con el pasado sin repetir sus violencias. Deben ser críticas, pero también propositivas.

El arte tiene el poder de denunciar, pero también de sanar. Por eso, en este proyecto, pedimos que las piezas no reproduzcan discursos de odio, sino que construyan puentes entre la memoria y la esperanza.

La cultura mexicana mestiza, cristiana y occidental es producto de un conflicto profundo entre imposición y resistencia. La migración es una expresión de ese conflicto. Y el arte, en este contexto, debe ser una herramienta para entenderlo, no para perpetuarlo.

El proyecto artístico se articula como una narrativa visual que recorre las distintas etapas históricas de Ciudad Juárez: desde sus raíces nómadas, pasando por la colonización, las revoluciones, la industrialización y los procesos contemporáneos de globalización. Cada obra exhibida representa un momento de transformación, un gesto de resistencia ante el olvido y una afirmación de la diversidad cultural.

Los artistas participantes, al ser parte activa de la sociedad civil, no solo documentan el pasado, sino que interpelan el presente. La frontera, lejos de ser un límite, se convierte en un espacio de creación, donde la identidad se redefine constantemente. En este contexto, el lenguaje plástico propuesto busca representar la idiosincrasia latinoamericana, marcada por sus propias formas de ver, sentir y habitar el mundo.

Además, el proyecto destaca la importancia de la colaboración entre instituciones académicas y colectivos artísticos como modelo de gestión cultural participativa. La Universidad Autónoma de Ciudad Juárez actúa como puente entre el conocimiento formal y las expresiones populares, legitimando el arte como herramienta de transformación social.

Migración e Identidad Fronteriza no es solo una exposición: es una declaración de principios. En un territorio marcado por el tránsito, la violencia y la esperanza, el arte emerge como vehículo de memoria, crítica y reconstrucción. Este evento demuestra que la identidad no se hereda, se construye; y que en la frontera, esa construcción es colectiva, plural y profundamente humana.

La iniciativa del Colectivo Arte Juárez y la UACJ representa un ejemplo de cómo el arte puede dialogar con la historia, la sociología y la política, ofreciendo una mirada sensible y comprometida sobre los desafíos de vivir y crear en la frontera.

Este acontecimiento pictórico exige sensibilidad histórica, ética estética y compromiso social. No se trata de censurar, sino de invitar a pensar con responsabilidad.

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