septiembre 10, 2025

Timing Político

La política tiene su propio Timing

ACTIVOS Y PASIVOS

Cartapacio

MIERCOLES 10 SEPTIEMBRE 2025

El inventario político de Morena, en Chihuahua.

Raúl Ruiz

En el mercado de valores de la política chihuahuense, donde los activos se cotizan en aplausos y los pasivos en suspiros judiciales, dos figuras se disputan el protagonismo de la tragicomedia morenaca que nos queda de 2025: Andrea Chávez y Cruz Pérez Cuéllar.

Ambos con sus respectivos portafolios, ambos con sus respectivos fantasmas. Y como diría cualquier asesor de imagen en crisis: “Lo importante no es lo que eres, sino lo que pareces… hasta que te descubren”.

Andrea Chávez: La startup política que se volvió unicornio… y luego se tropezó con la alfombra.

Andrea llegó al Senado como quien entra a una pasarela: joven, brillante, con una capacidad verbal que haría temblar a cualquier locutor de AM.

Su habilidad para mimetizarse políticamente es tan refinada que podría pasar de obradorista a marxista-leninista sin cambiar de tono. AMLO la bendijo como relevo generacional, y Adán Augusto la apadrinó como si fuera su tesis doctoral.

Pero como todo meteoro, su ascenso fue tan rápido como su entrada al túnel de los pasivos. La falta de experiencia se le notó cuando organizó actos anticipados de campaña con ambulancias que, más que curar, parecían recaudar. Se hablaba de hasta 40 millones mensuales, lo cual, si fuera cierto, la convertiría en la influencer médica más rentable del país. ¿Respuesta oficial? Silencio. Y en política, el silencio no es oro: es sospecha.

Luego vino el plot twist digno de serie de narcos: su protector, Adán Augusto, fue vinculado al caso de la Barredora. No como espectador, sino como presunto director técnico. Aunque la justicia aún no lo conecta del todo, su capital político se desplomó como acción de empresa sin auditoría. Y Andrea, sin red de protección, cayó en popularidad como quien se queda sin Wi-Fi en plena transmisión en vivo.

Cruz Pérez Cuéllar: El veterano que juega ajedrez mientras otros juegan serpientes y escaleras.

Cruz, por otro lado, es el político que ya no necesita presentación. Tiene más experiencia que muchos partidos tienen militantes. Su habilidad para armar estructura en colonias es tan precisa que podría organizar una red de vecinos hasta en Marte. Su don de convencimiento a organizaciones civiles y políticas es tal que hasta los escépticos terminan diciendo: “Bueno, al menos trabaja”.

Su equipo es sólido, su trabajo municipal es constante, y su reconocimiento por parte de Sheinbaum es como ese sello de calidad que no garantiza la perfección, pero sí la permanencia. Mientras Andrea se desinfla, Cruz se mantiene como ese refrigerador viejo que nunca falla: no es glamoroso, pero enfría.

Claro, no todo es miel sobre hojuelas. Sus detractores lo acusan de corrupción con la misma frecuencia con la que uno se queja del calor en Juárez. Y dentro de su partido hay quienes lo quieren reblandecer rumbo al 2027, como si fuera aguacate para guacamole. Pero la ciencia prospectiva —esa que mezcla futurología con intuición de señora en el mercado— lo favorece. Al menos lo que resta del año, Cruz parece tener el viento a favor… aunque en Juárez eso siempre significa que hay polvo en el aire.

Epílogo: El inventario se mantiene, pero el mercado es volátil.

Así están las cosas: Andrea con activos brillantes pero pasivos pesados, y Cruz con activos sólidos y pasivos recurrentes. El tablero político no se moverá mucho en lo que queda del año, salvo que algún escándalo nuevo decida irrumpir como invitado sorpresa. Y mientras tanto, nosotros, los espectadores, seguimos viendo cómo se juega este ajedrez con piezas que a veces parecen de plastilina.

Porque en Juárez, como en toda buena tragicomedia, los activos se celebran, los pasivos se niegan, y el público… aplaude, ríe o se indigna, según el día.

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