Timing Político

La política tiene su propio Timing

Alianzas políticas: ¿“El fin justifica los medios”?

Y en las acciones de los hombres, y particularmente de los príncipes, donde no hay apelación posible, se atiende a los resultados.”

El Príncipe…. Nicolás Maquiavelo

 

Nicolás Maquiavelo es considerado el padre de la ciencia política moderna; a él se atribuye erróneamente la autoría de la frase “El fin justifica los medios”,  cuando en realidad se dice que fue Napoleón Bonaparte quien la  escribió en la última página de su ejemplar del libro «El Príncipe», de Maquiavelo. Lo que se asemeja a dicha frase es justamente la cita con la que inicio el presente artículo.

Pero en fin, el objetivo de este artículo no es discutir la autoría de esta frase,  sino esas  alianzas políticas “maquiavélicas” que se han venido tejiendo en lo largo de las últimas tres décadas; algunas de ellas tan incompatibles como el agua y el aceite, pero que se forman al calor de una elección en particular con el objetivo de obtener el poder a toda costa.

Es habitual escuchar decir que ‘el fin justifica los medios’ cuando alguien ha conseguido algo por algún método no del todo ético, pero que el hecho de realizarlo de aquel modo ha valido la pena por el resultado conseguido, aplicándose sobre todo en el terreno de la política.

En el tema de las alianzas electorales en México se podría decir que se da a partir de 1988 con el ensayo de lo que fue el Frente Democrático Nacional (FDN), que impulsó la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, a la Presidencia de la República en 1988. Cabe señalar aquí que hablamos de ellas como el referente más cercano, porque en el país hubo otros antecedentes históricos.

Quiénes formaron y dieron cause a dicho encuentro partidario de ese entonces, con la salida del PRI de Cárdenas Solórzano, fueron el PARM, PPS y PFCRN. Después  se le sumó el Partido Mexicano Socialista y una parte del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

El FDN fue una experiencia aliancista exitosa política y electoralmente, pues compitió en serio en esos momentos a un PRI que mantenía el control de todos los órganos electorales y el de ambas Cámaras.

En el año 2000 por primera vez el PAN hace alianza con el PVEM. En el 2012 el Partido Verde se vuelve a aliar, pero ahora con PRI. En ambas alianzas entre estos partidos en nada congeniaban sus principios de doctrina, lo que no importaba, ya que  el fin a justificar era, por parte del PRI y del PAN, captar un mayor número de votos para alcanzar la victoria; mientras que para el Verde era solo adquirir vida artificial para obtener la votación mínima requerida para conserva el registro y así seguir recibiendo las prerrogativas económicas del entonces IFE.

Sin embargo, esas alianzas aún podrían ser “algo compatibles” si se comparan con las alianzas que pactó el PAN para esta elección del 2018 con Movimiento Ciudadano y el PRD, que se cargan más hacia la izquierda del espectro ideológico, enemigos históricos del partido de derecha panista.

Aunque sus principios de doctrina son totalmente opuestos (Conservadores vs Liberales) En este caso se vieron obligados a “juntar el agua y aceite” tras analizar la situación electoral y observar que era muy difícil obtener el triunfo por si solos ante un candidato de Morena que no ha dejado de puntear en todas las encuestas.

Morena, un partido de izquierda, hace coalición con Encuentro Social (PES) aunque han votado en bandos contrarios y ser éste un partido político de centro derecha; lo cual no importa en esta ocasión, pues el fin que los une y justifica es llevar a Andrés López Obrador a la Presidencia de México.

En el PRI no hay cambios: va de nuevo con el PVEM y Nueva Alianza. Tampoco se puede observar incongruencia ideológica ya que el verde se ha ganado una reputación de “partido satélite” del PRI, mientras los maestros que conforman Nueva Alianza, surgieron de las filas magisteriales del Revolucionario Institucional.

Pero esas alianzas, coaliciones parciales o pactos políticos no se están dando solamente entre partidos, sino que también los candidatos presidenciales han manejado como estrategia electoral ir sumando a sus causas a diversos personajes y líderes sociales, sin importar que algunos de estos no gocen de una buena reputación o estén relacionados con actos de corrupción.

Tal es el caso de López Obrador, quien a lo largo de su campaña a integrado a diversos personajes, tales como el líder sindical Napoleón Gómez Urrutia, acusado de malversar fondos de los mineros; Manuel Bartlett, a quien se le atribuye “la caída del sistema” en aquel fraude electoral de 1988; así como Félix Salgado Macedonio, conocido por sus escándalos y abusos al calor de las copas, entre otros personajes polémicos de la política.

Estos pactos políticos han sido muy criticados por el PAN y el PRI, sin embargo, éstos también se encuentran tramando sus respetivos acuerdos, o al menos no los descartan, con personajes que hasta hace unas semanas juraron combatir.

En el caso  del PRI, su candidato José Antonio Meade sumó a su campaña al ex aspirante presidencial por la vía independiente Armando Ríos Piter, y extendió la mano para que también se unieran a su causa los otros independientes, Margarita Zavala y Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”.  Los “independientes” Zavala y El Bronco, atacaron Meade con serios señalamientos durante el primer debate; sin duda, de unirse, el candidato tricolor olvidaría eso con miras a salir de ese deshonroso tercer lugar en donde se encuentra.

Eso si Meade logra librarse de las pesadas piedras que lleva en el cuello y que se llaman Peña Nieto y César Duarte; por cierto, recién exonerado por la Procuraduría General de la Republica. Lo purificaron al estilo AMLO.

En cuanto a Ricardo Anaya, salvo su alianza anti natura con el PRD, su campaña iba caminando a paso firme en su valioso segundo lugar, escalando poco esas encuestas acercandose al puntero López Obrador. Trae una campaña en busca del voto útil y trata de sacarlo de todas las corrientes políticas y de ese gran porcentaje de abstencionistas.

Sin embargo, lo que causó alboroto fue una entrevista difundida por la revista Proceso, en la que Ricardo Anaya, ante miembros del grupo financiero Citibanamex, manifestó su disposición a hablar directamente con el presidente Enrique Peña Nieto para “construir” una alianza que derrote a Andrés Manuel López Obrador. “…Estoy absolutamente abierto a construir con quienes haya que construir para ganar esta elección y darle viabilidad al futuro de este país…”

A raíz de esta entrevista, crecieron los rumores de que ese acercamiento con Peña Nieto sería para obligar a José Antonio Meade a declinar a favor de Ricardo Anaya; o sea la unión de los principales enemigos políticos con la finalidad de derrotar a López Obrador. Situación que fue desmentida de inmediato por estos actores políticos, incluso, por el mismo Peña Nieto quien dijo….”Yo soy el Presidente de la República y no hago pactos electorales…”.

Desde luego que de concretarse este pacto entre “Dios y el Diablo”, se haría en “lo obscurito”, en donde no cause el enojo de la sociedad apartidista y de los millones de militantes priistas y panistas que, sin duda, les retirarían su apoyo, al menos los militantes que siguen fieles a sus principios doctrinarios.

La ambición por el poder económico y político no tiene límite y lleva a que se formen alianzas para perpetuar las cúpulas partidistas y beneficiar a sus socios. Lo negativo de estos pactos maquiavélicos que se han venido tejiendo a lo largo de este proceso electoral 2018, es que sin duda cobraran facturas políticas que tendrán que pagarse una vez que estén en el poder, tal como ha ocurrido sexenio tras sexenio.

 

Director del portal  www.timingpolitico.com

chuy_avila@hotmail.com

About Author