POR DR. EDUARDO BORUNDA
Las campañas presidenciales que estamos viviendo están muy forzadas, son muy adelantadas y van a provocar un desequilibrio en las leyes correspondientes. Si bien es cierto aún no inicia el proceso electoral, no hay aún precampañas, pero estas son abiertas como si en verdad estuviéramos a punto de elegir al próximo presidente de México. Comentaban en una mesa de periodistas que había cuatro “corcholatas” con presencia en medios nacionales.
De ellos, me reservo y diré que son tres quienes tienen posibilidades. Adán Augusto López Hernández, secretario de gobernación y que renunció para ir por la silla grande tomó los principales cruceros en la ciudad. La estrategia le ha de funcionar pues los otros aspirantes sólo han concurrido a eventos en salones y lugares cerrados. Se adelanta entonces este aspirante presidencial y muestra que va por tierra a conquistar las preferencias.
La designación del candidato de MORENA será a través de una encuesta, veremos si la respetan, si la hacen o simplemente el sistema político mexicano sólo cambió de nombre o realmente se transformó para dar la batalla frente a un electorado más informado, crítico y diferente al del siglo pasado.
En esta tónica, columnistas nacionales han mencionado que Andrés Manuel López Obrador cambió de jinete en esta etapa, dejó a su favorita, a su obra maestra a un lado, pues quiere mantenerse en el poder a través de quien si pueda ser un buen candidato a la presidencia y es que la etapa de la jornada electoral será muy competitiva por la polarización de la sociedad en dos grandes bandos que disputan ya el voto ciudadano.
Claudia Sheinbaum Pardo mostró el lado oscuro de cualquier político y cometió el mayor de los pecados capitales: la furia con la que amenazó a Alfonso Durazo durante la convención de delegados nacionales de MORENA exhibió el tono con el cual actúa en momentos de crisis política. La conclusión a la que llegan estos analistas nacionales (Federico Barrueto y Jorge Suárez – Vélez) es que existen dos discursos, pide piso parejo y no lo ejercen y lo otro que puede ser trascendental, que Claudia ya no es la favorita de palacio.
El tercer aspirante, porque eso son hasta el momento, ya que no hay precampañas y campañas, es un incómodo canciller de nombre Marcelo Luis Ebrard Casaubón. Secretario de relaciones exteriores, con carrera política pegada a Andrés Manuel López Obrador. El análisis de esta figura tiene como principal obstáculo su independencia, eso lo sabe bien el presidente y sabe que de ser Ebrard su sucesor, la cuarta transformación sería rediseñada a modo, con muchos cambios. Su fortaleza hacia el exterior es su cercanía con Washington, tampoco bien vista en el “obradorismo”.
En conclusión, como en el cuento de los perritos, de los siete que me quedaban, sólo me quedan tres y de ellos sólo uno será ungido. Sin pretender jugar a la pitonisa, la sucesión adelantada es un juego donde las piezas se están moviendo con maestría, golpes estratégicos, fintas, discursos, señales que no pueden pasar desapercibidas: la idea es que “López” siga, pero faltan las definiciones. La verdad será revelada el 6 de septiembre de este año. ¿Quién es el tapado?
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