Timing Político

La política tiene su propio Timing

Buscando el “hueso” por encima de la violencia.

Por: Luis Carlos Carrasco Martell.

En qué momento los juarenses nos volvimos indiferentes a una incesante violencia que amenaza gravemente nuestras instituciones democráticas. En qué momento el  miedo fue el detonante que destruyó nuestra capacidad de asombro. Nos encontramos en un entorno donde la inseguridad rebaza por mucho nuestra capacidad de raciocinio. Es importante reflexionar sobre los motivos que nos han llevado a tolerar un grave problema que coloca en serio riesgo la paz social.

Ciertamente no podemos deshumanizarnos al parejo de nuestros gobiernos insensibles ante tanta violencia.  Irresponsablemente se resignan ver las cifras de muertes como simples estadísticas buscando normalizar las condiciones de inseguridad en la que vivimos actualmente los fronterizos. Por ningún motivo podemos permitir que la falta de esa sensibilidad tenga que ver con cuestiones de conformidad, ni tampoco con pérdida de valores, en todo caso tales circunstancias son producto de una violencia histórica donde discernir entre el bien y el mal nos conduce a la mayoría de ciudadanos a aspectos de carácter moral.

Están los que no resignan ni pierden la confianza mucho menos claudican frente a los embates del crimen organizado, claro está, sin el apoyo oficial  tratando de revertir las condiciones de fatalidad que aquejan diariamente. Por otra parte ciudadanos que por evidente temor buscarán siempre respuestas en los gobiernos en turno y pese a ello nunca las encontrarán mientras se sigan dando escenarios de muerte en torno a descalificaciones entre políticos,  cuyos objetivos nada tengan que ver con aspectos de inseguridad y violencia.

Ahora, no es opción, permitir se normalice la violencia por el solo hecho de tener frente a nosotros un gobierno omiso cuyas pretensiones y prioridades tienen que ver con el futuro próximo. Ideas sistemáticas  conceptualizadas en una constante  búsqueda de formas para perpetuarse en el poder.

Frustrante la indiferencia oficial, tanto del gobierno federal, estatal y municipal. Localmente, se tiene el mínimo conocimiento del significado de ser empático ante un dolor que carcome a familias enteras por la pérdida de hijos, amigos, familiares, hombres, mujeres incluso niños que poco entienden de lo que sucede en Cd. Juárez. Pese a que nadie se escapa de ser susceptible a vivir experiencias desagradables por la sobreexposición a tanta violencia, tarde o temprano son los niños a quien se les cobrará factura al ser criados en una ciudad sumamente insegura, donde la muerte de personas no da tregua.

Comprensible que en tiempos político-electorales, el ciudadano busque un papel activo, pero al igual, los candidatos y sus proyectos deberían enfocarse principalmente en la búsqueda de soluciones al problema de la violencia desenfrenada que busca acabar incluso con los espacios de participación democrática en el país, en el estado y en cada municipio de la república mexicana.

En primera instancia debemos reconocer que la seguridad es un asunto de carácter local, es la administración municipal  a través de su corporación policiaca quien le compete  diagnosticar,  elaborar estrategias y consecuentemente actuar en contra del fenómeno de la violencia, obviamente tomando siempre a consideración la cooperación y coordinación con las otras instancias de gobierno, lo que hasta hoy parece simple simulación.

Al menos en Ciudad Juárez, la espiral de violencia entre otras cosas evidencia lo precario de la operatividad policiaca. Exhibe lo rebasada que esta como corporación de un gobierno inexperto ante situaciones de extrema gravedad, al no poder contener la escalada de violencia que diariamente cobra como cuota las pérdidas de vida entre tres a seis personas, según los  datos periodísticos. Insisto, es el gobierno municipal  quien debe de ofrecer las condiciones mínimas de convivencia social en todo el espacio geográfico que comprende la ciudad.

Ya se dijo, claudicar no es la opción, ni cuando presentan a la violencia como consecuencia de la actividad del narcomenudeo, además se tienen que atacar de raíz problemas sociales y de salud que de esta actividad ilícita se derivan, una corresponsabilidad que deben dividirse Municipio, Estado y Federación. Independientemente de filiaciones políticas los tres niveles de gobierno deben obligatoriamente garantizar la integridad física del ciudadano y no solo eso, su patrimonio de años de trabajo que en ocasiones se extingue en horas en manos de la delincuencia.

La sociedad juarense percibe inseguridad al ver la indiferencia del gobierno en turno, como actualmente sucede. Hoy como nunca los exámenes de confiablidad, no tienen sustento jurídico, mucho menos moral que puedan disuadir las pretensiones de poder de los elementos policiacos que integran la Secretaria Seguridad Pública Municipal.

La actual violencia tiene precedentes en los años que comprenden del 2007 al 2011, sin embargo nuevamente vuelve a ser centro de atención nacional, debido a los embates de grupos criminales. En esta administración municipal independiente se cuentan por centenares los muertos ante la indiferencia gubernamental y buscan incansablemente distractores organizando  eventos masivos como la feria que se programó sistemáticamente para estas fechas con aviesos fines. Aun así los esfuerzos serán insuficientes ante lo maltrecho que han quedado los sistemas de justicia estatal y federal que en muchas ocasiones favorece más al victimario que a la propia víctima.

Mientras eso sucede, no se vislumbran estrategias solidas que puedan contener o en su caso disminuir una violencia lacerante que se propaga como epidemia, por el contrario seguirá impactando mientras la capacidad operativa de las policías sigan paralizadas.

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