Por: Eduardo Borunda.
Es sonado el caso de la migración nacional e internacional que hemos estado registrando a nivel local en Ciudad Juárez y que representa un problema de raíces profundas. El panorama político, económico y hasta cultural hizo que Ciudad Juárez fuera de nueva cuenta el ojo del huracán. Hoy en día persiste la sensación entre comunidades alejadas de la frontera que en nuestras calles están los migrantes deambulando sin rumbo y destino. La realidad es otra.
También, hay que señalar que hay una política de protección a ellos, no están a la intemperie, no están solos, se les ha dado en la medida de lo posible la atención necesaria. No existe enfrentamientos entre ellos y la comunidad juarense, hay hechos vandálicos, claro, pero son contados y se han solucionado por diversas vías. Hay problemas que no se pueden negar en cuestiones de seguridad pero hay que confrontar, como es el caso de la utilización de migrantes adheridos al crimen organizado, despreciados en sus países y utilizados como carne de cañón en otros países.
Pues bien, si la migración internacional en tránsito hacia Estados Unidos ha bajado nos hemos dado cuenta que ahora hay una nueva oleada de migrantes, pero de mexicanos que se han apostado en los puentes internacionales pidiendo asilo político. Tradicionalmente los estados expulsores de migrantes provenían de Zacatecas, Durango y Veracruz hacia esta localidad. Todos los estados del país tienen sus propias cuotas de migrantes hacia Estados Unidos. La diferencia de esta nueva oleada migrantes es que han solicitado el asilo político.
La mayoría de las generaciones de quienes habitamos esta localidad tenemos algo en común, nuestros padres o abuelos vinieron de otras tierras. Ciudad Juárez ha sido tierra de migrantes, ya sea del estado o de otras partes del país, es por su propia naturaleza una zona que se presta al tránsito de personas de quienes aspiran a un mejor nivel de vida. Muchos de quienes no logran alcanzar el sueño americano convierten a nuestra comunidad como su tierra de ensueño. De ahí la grandeza de esta tierra maravillosa que da acogida al migrante y lo hace parte de la historia local.
Una prueba de la migración son los datos que proporciona el Instituto Nacional Electoral a nivel estatal un 22% de los enlistados en el padrón electoral son nacidos fuera del estado. En su conjunto tenemos entonces que sentenciar que casi 1 de cada 4 habitantes en edad de votar y con credencial de elector no es chihuahuense.
En el caso del municipio de Juárez, las cifras nos indican que en el distrito 1, los estados que mas habitantes tienen residiendo en la localidad son Durango, Veracruz y Zacatecas y aquí hay un 47% de electores no nacidos en el estado. En el distrito 2 federal, solo el 50% son nacidos en el estado de Chihuahua, el porcentaje de juarenses disminuirá drásticamente cuando se haga el corte por municipio de nacimiento. En el distro 3, el 39% son nacidos fuera del estado de Chihuahua, mientras que en el distrito 4, el 30% de los inscritos en la lista nominal son de otros estados del país.
En conclusión, haciendo una sumatoria de los porcentajes de los nacidos en el estado y que cuentan con credencial de elector, podemos afirmar que en Juárez sólo el 58% de los potenciales electores son chihuahuenses. Sin embargo, aquí no se considera a los que nacieron en otras partes del estado de Chihuahua, lo que reduciría significativamente el porcentaje de nacidos en el municipio dentro del listado nominal. Estas cuestiones tan técnicas nos deben llamar la atención para no comportarnos como los gringos, quienes viven en un país fundado sobre la naturaleza de la migración internacional. Ciudad Juárez sigue siendo una tierra de migrantes.
TIMING POLÍTICO.
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