Timing Político

La política tiene su propio Timing

Combate desigual.

POR: FRANCISCO ORTIZ BELLO.

Fuerza bruta sobre inteligencia, emociones sobre razonamientos, guerra sobre estrategia, cerebro sobre corazón… ¿Qué puede más?

La historia de la humanidad registra épicas batallas desiguales. David contra Goliat, Sansón contra Dalila, Hitler contra el mundo, son solo algunos de los ejemplos que podemos citar para contextualizar un poco el eterno dilema: ¿Qué es  mejor… fuerza bruta o inteligencia?

En nuestro país llevamos décadas apostándole a la fuerza bruta en lo que se refiere al combate a la delincuencia, particularmente en la lucha contra el crimen organizado. Específicamente el narcotráfico.

Los carteles de la droga en México han asentado sus reales en amplios sectores del territorio nacional utilizando una interesante mezcla de poder económico y fuerza bruta.

Se supone que en esa lucha, los gobernantes, el Estado, tienen de su lado la supremacía del poder político, del mandato popular, de la aplicación de la Ley y el monopolio del uso de la fuerza pública, todo lo que haría suponer una fuerza superior sobre el crimen organizado.

En los hechos no es así. Porque, precisamente, todos los puntos que mencioné en el párrafo anterior, se convierten en la peor debilidad de las autoridades encargadas de garantizar el bien de la sociedad. Los “buenos” para seguir siendo “buenos” deben limitarse a lo que la Ley les permite hacer, en cambio, los “malos” pueden hacer polvo todas las disposiciones legales. Por eso son “malos”.

Por décadas, las autoridades han enfocado su batalla en tener cada vez más policías, más patrullas, mejor armamento y equipamiento más completo para enfrentar a la delincuencia organizada, no obstante esa pretensión, los resultados en ese combate no le favorecen.

El negocio de las drogas, y otros que se derivan del mismo, es una actividad que produce miles de millones de dólares en ganancias y ese poderío económico ha sido la principal estrategia del narco para fortalecerse cada vez más, corrompiendo gobernantes y autoridades, financiando campañas de políticos, proporcionándoles las armas más modernas y poderosas a sus integrantes, así como insertando complicados mecanismos de lavado de dinero, que incluyen empresas reales, por lo que el sector empresarial no es ajeno a este problema.

Sin el blanqueo de dinero, los carteles del narco difícilmente podrían ejercer el poderío económico que tienen, ya que es el mecanismo mediante el cual pueden inyectar sus cuantiosos recursos a la economía de una ciudad, de un estado o de un país.

Por eso resulta interesante analizar, a la luz de estas reflexiones, la enorme diferencia que existe entre la estrategia de combate al narcotráfico que utilizan en el vecino país y la que utilizamos en México.

Recientemente, durante el juicio que se le sigue en EU a Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, por diversos delitos relacionados con sus actividades delictivas, se dio una sentencia que ejemplifica bien esta diferencia de la que hablo.

El abogado, Gibrán Rodríguez Mejía, de 31 años, fue condenado a ocho años de prisión en Estados Unidos por blanquear más de 3.5 millones de dólares para el Cártel de Sinaloa. Rodríguez Mejía, originario de Culiacán, Sinaloa, fue sentenciado en una Corte Federal de San Diego, California.

Rodríguez Mejía se declaró culpable en abril de este año, cuando confesó ante el juez que operaba una casa de cambio de divisas que usó para ‘lavar’ recursos provenientes de ‘El Chapo’. La Fiscalía del Distrito Sur de California, informó mediante un comunicado que el abogado recibía los ingresos de cantidades de varios kilogramos de cocaína, metanfetamina y heroína introducidas de contrabando en EU por el cártel de Sinaloa.

Cito este caso, como ejemplo, por la relevancia que ha tenido el proceso criminal que se le sigue al Chapo en EU, y porque revela la abismal diferencia de estrategias en un país y en otro en el combate al narcotráfico. Las autoridades norteamericanas invierten muchos esfuerzos e investigaciones de inteligencia financiera, para descubrir todas las redes que permiten y favorecen el lavado de dinero, con lo que debilitan notablemente su poderío de acción y operación.

En tanto, en nuestro país, se insiste necia y torpemente en enfrentarlos con leyes más duras, que establecen “sanciones ejemplares” (que nunca se aplican o cumplen), y más patrullas, y más armas… Ninguna nación o Estado tendrá recursos suficientes para enfrentar en el terreno de la violencia y el enfrentamiento armados, a quienes destacan precisamente por disponer de recursos ilimitados para sostener una guerra desigual.

Aunque en México se vislumbra un pequeño esbozo de cambio con la entrada en vigor de la Ley de Extinción de Dominio (misma que prefieren aplicar contra empresarios y contribuyentes que contra narcos), aún falta mucho para establecer verdaderos mecanismos de investigación e inteligencia financiera, que permitan inhabilitar y nulificar las intrincadas redes de empresas e inversionistas que le proporcionan, a los carteles de la droga, los cuantiosos recursos con que financian toda su operación.

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