noviembre 27, 2025

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La política tiene su propio Timing

Desde el esplendor barroco al alma del romanticismo, en una ruptura en el giro emocional del arte.

DOMINGO 23 NOVIEMBRE 2025

El Romanticismo fue una corriente artística que exaltó la emoción, la naturaleza y la subjetividad frente al racionalismo. A través de estilos pictóricos diversos, representó lo sublime y lo melancólico, marcando una ruptura ideológica con el barroco y redefiniendo el arte como expresión individual y cultural.

POR JACK RO

El romanticismo fue una corriente artística y cultural que surgió a finales del siglo XVIII y se desarrolló durante el siglo XIX. Surgió como una reacción al racionalismo y la objetividad del neoclasicismo. El romanticismo puede entenderse no sólo como una expresión artística o literaria, sino como un estilo de vida que atraviesa la sensibilidad, la filosofía y la forma de estar en el mundo.

La escuela romántica de la pintura estuvo estrechamente ligada al sentimiento de identidad nacional y al despertar de los movimientos nacionalistas en Europa. Se valoraron las tradiciones y el folclor local como una forma de conectarse con la identidad cultural de una nación.

Puso un gran énfasis en la expresión de las emociones y los sentimientos personales. Se exploraron temas como el amor, la melancolía, la angustia y la pasión, la naturaleza, ( En el marco de la semiótica del arte, el romanticismo puede entenderse como un sistema simbólico que codifica emociones profundas y visiones del mundo a través de signos estéticos. Temas como el amor, la melancolía, la angustia, la pasión y la naturaleza no son sólo contenidos temáticos, sino expresiones simbólicas que comunican estados del alma y tensiones existenciales.

El amor se representa como idealización o pérdida; la melancolía, como introspección y nostalgia; la angustia, como conflicto interno; la pasión, como intensidad vital; y la naturaleza, como lo sublime y lo espiritual. Cada uno de estos conceptos se manifiesta mediante códigos visuales —color, forma, composición— que permiten al espectador interpretar y resignificar la obra. Así, el arte romántico no solo transmite emociones, sino que las convierte en lenguaje, en experiencia simbólica y en diálogo cultural).

También este estilo es la manera particular en que un artista o grupo de artistas representa visualmente sus ideas en el uso del color, la técnica, la composición, el trazo, etc. Dentro del romanticismo, los estilos pictóricos pueden variar: algunos pintores usan trazos sueltos y atmósferas dramáticas (como Delacroix), otros prefieren escenas melancólicas y detalladas (como Friedrich). Son expresiones que en la historia de la pintura desempeñaron un papel central en el romanticismo, se consideraba una fuente de inspiración, belleza y grandeza.

Los artistas románticos se sintieron atraídos por los paisajes salvajes y pintorescos, y los representaron en pinturas y poesías. el romanticismo abrazó la imaginación y la fantasía como una forma de escape de la realidad y como una búsqueda de lo sublime.se exploraron temas sobrenaturales, mitológicos y legendarios. Esta corriente es un movimiento cultural e histórico que agrupa a artistas con una visión estética, filosófica o temática común en los que se encuentran.

Eugene Delacroix nació el 1798 en Charenton Saint Maurice, Francia, su estilo artístico se caracteriza por su aplicación audaz del color, la expresividad en sus pinceladas y su desempeño en contrastes dramáticos de luz y sombra, delacroix experimentó con técnicas innovadoras. como el colorido, que consistía en aplicar capas de colores complementarios para crear una vibración visual y una sensación de movimiento en sus pinturas. además de su trabajo en pinturas al óleo.

Delacroix también fue un consumado acuarelista y litógrafo. Sus acuarelas en particular reflejan su manejo virtuoso del color. y su capacidad para capturar atmósferas y estados de ánimo con gran delicadeza.

Casper David Friedrich, nació en 1774 in Greifswald, Pomerania. Friedrich fue conocido por sus paisajes románticos y melancólicos, en los que buscaba expresar la conexión entre la naturaleza y el mundo interior del ser humano. El arte de Friedrich se caracteriza por el empleo y habilidad de la luz, el color y la composición para transmitir emociones y estados de ánimo, su paleta de colores suele ser suave y sutil, con predominio de tonos oscuros y grises.

Frieddrich trabajaba principalmente al óleo sobre lienzo. Sus pinceladas eran suaves y detalladas. El legado de Caspar David Friederich radica en su capacidad para capturar la esencia del romanticismo en sus pinturas y transmitir una profunda emotividad a través de la naturaleza.

Tehodore Gericault nació en 1791 en Rousen, el estilo artístico de Gericault se caracterizaba por su realismo y su atención al detalle, tenía un talento especial para capturar la anatomía humana con precisión y para transmitir la intensidad de las emociones en los rostros y los gestos

Sus pinceladas eran enérgicas y expresivas, lo que contribuye a la sensación de movimiento y acción en sus obras. Además de sus obras históricas y militares. También se interesó por temas sociales y retrató a personas de diferentes clases sociales. A pesar de su corta vida, el legado de Theodore es significativo en la historia del arte.

M. W. Turner su nombre completo era Joseph Mallord William Turner nació en 1775 en Londres, Inglaterra. Se especializó en la pintura de paisajes y escenas marítimas y su estilo evolucionó desde un enfoque más tradicional y preciso hacia un estilo más experimental y romántico. La luz y el color fueron elementos fundamentales en las obras de Turner.

Era un maestro en el manejo de la luz utilizando efectos atmosféricos para crear paisajes impresionantes y evocadores. Turner también era conocido por su habilidad para representar el mar en todas sus facetas, desde aguas serenas hasta tormentas furiosas. Sus escenas marítimas están llenas de movimientos y energía, capturando el dinamismo del agua y el viento.

El tránsito del barroco —identificado con las esferas aristocráticas y clericales— al romanticismo —centrado en la subjetividad y la identidad popular— representa un cambio de paradigma en la concepción del arte, la política y la sensibilidad humana. Este articulo propone analizar dicho tránsito como una analogía histórico-cultural que revela el desplazamiento del poder institucional hacia la conciencia individual y colectiva.

Este análisis se apoya en teorías de la historia cultural (Peter Burke), filosofía política, Este análisis, basado en la historia cultural de Peter Burke y la filosofía política, revela cómo el arte refleja transformaciones ideológicas profundas. Del barroco al romanticismo, se observa el tránsito del poder institucional hacia la subjetividad, mostrando cómo las expresiones estéticas encarnan tensiones entre autoridad, emoción e identidad colectiva.

El barroco, como expresión estética dominante entre los siglos XVI y XVII, fue una herramienta de legitimación del poder eclesiástico y monárquico. Su exuberancia formal, teatralidad y dramatismo respondían a una necesidad de control simbólico en tiempos de crisis religiosa y política.

En contraste, el romanticismo, surgido a finales del siglo XVIII y desarrollado en el XIX, representó una ruptura ideológica: desplazó el foco del arte hacia la emoción individual, la naturaleza, la imaginación y la identidad nacional, convirtiéndose en una forma de resistencia cultural frente a las estructuras racionalistas y autoritarias heredadas del barroco y el neoclasicismo.

Aunque el romanticismo se presenta como ruptura, también heredó del barroco ciertos elementos: el dramatismo, la intensidad emocional, el gusto por lo sublime y lo espiritual. Sin embargo, mientras el barroco canalizaba estas cualidades hacia la glorificación del poder divino y terrenal, el romanticismo las redirigió hacia el yo, la melancolía, la libertad y la expresión subjetiva. La diferencia no radica solo en la forma, sino en el destinatario del mensaje: del espectador sometido al fiel emocionado, del súbdito al ciudadano.

El barroco fue el arte oficial de la Contrarreforma y de las monarquías absolutas. Las iglesias barrocas, los palacios y las obras pictóricas exaltaban la autoridad divina y real. El arte era propaganda, persuasión, espectáculo. En cambio, el romanticismo emergió en un contexto de revoluciones, nacionalismos y cuestionamientos al poder.

Los artistas románticos como Delacroix, Friedrich o Gericault representaron no solo emociones, sino también conflictos sociales, paisajes interiores y luchas humanas. El arte dejó de ser instrumento del poder para convertirse en expresión del pueblo.

El barroco se inscribe en una visión teológica del mundo: el arte como reflejo de la gloria divina. La razón estaba subordinada a la fe. En el romanticismo, la razón es cuestionada. Se exalta la imaginación, el sentimiento, lo irracional. Se busca lo sublime, lo inefable, lo misterioso. El sujeto romántico no obedece: se interroga, se angustia, se apasiona. La filosofía romántica (Schelling, Schopenhauer) propone una estética del alma, del deseo, del abismo.

El barroco fue producido y consumido por élites: clero, nobleza, corte. Su lenguaje era grandilocuente, codificado, ceremonial. El romanticismo, aunque también tuvo mecenas aristocráticos, se vinculó más estrechamente con la burguesía emergente, con los movimientos populares, con la prensa y la literatura accesible. El arte se democratiza, se vuelve íntimo, se conecta con la vida cotidiana, con el paisaje, con la historia local.

Desde una perspectiva antropológica, el barroco construyó una cosmovisión vertical: Dios en lo alto, el hombre en lo bajo, el arte como mediación. El romanticismo invierte esa lógica: la naturaleza se convierte en templo, el yo en centro, el arte en revelación. Se recuperan mitos, leyendas, folclor. Se valora lo autóctono, lo ancestral, lo marginal.

El arte ya no representa el orden divino, sino la diversidad humana.

El barroco se caracteriza por el claroscuro, la composición diagonal, el movimiento, la ornamentación. Su belleza es intensa, exuberante, controlada. El romanticismo, aunque conserva el dramatismo, lo libera. La pincelada se vuelve expresiva, el color vibrante, la forma más suelta. Turner transforma la luz en atmósfera. Friedrich convierte el paisaje en estado de ánimo. Delacroix pinta emociones en movimiento. El arte se vuelve introspectivo, emocional, simbólico.

El tránsito del barroco al romanticismo no fue solo estilístico: fue ideológico, cultural, espiritual. Representa el paso de una sociedad vertical, jerárquica y teológica a una sociedad más horizontal, subjetiva y emocional. El arte barroco glorificó el poder; el arte romántico lo cuestionó. El primero construyó templos; el segundo caminó por bosques. El primero habló en nombre de Dios; el segundo escuchó la voz del alma.

Ambos movimientos, sin embargo, comparten una búsqueda de lo sublime, de lo trascendente, de lo humano en su estado más profundo. El barroco y el romanticismo son espejos de sus tiempos, pero también ventanas hacia lo eterno.

Analizar su analogía histórica-cultural nos permite comprender cómo el arte no solo representa el mundo, sino que lo transforma, lo interroga y lo reinventa.

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