Por Raúl Ruiz
En la ruta final rumbo a la elección de la presidencia de México, hay tres aspirantes con presencia real en contienda.
AMLO, Anaya, y Meade. En ese orden de mención.
Estamos en una etapa en la cual los candidatos a presidente de la república deben sonar como presidentes.
Y por lo pronto el único que suena como mandatario es Andrés Manuel López Obrador.
Con 18 años de trayectoria en el país haciendo campaña, Andrés Manuel ha pasado las diferentes fases de «cocimiento» para lograr una campaña ganadora.
Un discurso que se escuche, se entienda y genere convicción.
En la construcción de una imagen el aspirante debe pasar por varias etapas. Y eso lleva su tiempo.
Primero, un proceso de «marinado», con una gran mezcla de ingredientes entre los que destacan, la imagen personal, el material ideológico, su visión de futuro, el discurso, conteo de sus canicas. etc.
Ya con lo elemental, se abre la primera etapa. Etapa de Denuncia. Con frases incendiarias para llamar la atención.
Andrés Manuel, comenzó a hacerlo desde antes de iniciar el milenio y conforme avanza el tiempo, lo ha hecho tan sistemático que prácticamente no le deja nada a cualquier otro aspirante, pues lo que diga, ya lo habría denunciado AMLO en alguna otra ocasión.
El mercado electoral requiere convencimiento. Y el inicio es un gran discurso de denuncia. Luego una etapa de reflexión y enseguida la de propuesta. Pero para que el aspirante parezca auténtico, no sólo debe sonar sincero sino que debe vivir congruente al planteamiento que ofrece.
Pero veamos un ángulo que pocos quieren aceptar.
La construcción de una imagen pública.
Para cimentar una buena imagen, no sólo se requiere que el aspirante se vea bien y sea agradable. Tiene que sonar interesante, inteligente, conocedor de la problemática, y sobre todo, con una respuesta a la solución de los problemas que aquejan a la sociedad.
Debe persuadir, y luego demostrar que está hecho de una pasta que todos quieren consumir.
En el proceso, se observan varias etapas, desde la de llamar la atención, la atracción, la seducción, y si el “producto” es bueno, hasta la fascinación.
Un sexenio atrás, pensaba como todos, que AMLO no sería la solución a los graves problemas que enfrentaba el país, así que voté por Quadri, a sabiendas que no ganaría. Y si hubiese ganado creo que poco habría hecho ante la herrumbre de un sistema casi imposible de remover. Nunca dimensioné el terrible deterioro al que nos llevaría Peña Nieto y su runfla de rateros.
Con el tiempo, vi el avance de Andrés Manuel, y el desplome de todos los demás actores políticos quienes se sumergieron en un atascadero de corrupción y mentiras que los condenará por siempre.
Sin embargo, con la ayuda del marketing político y el novedoso politing, podrían darse un lavadón de rostro y reciclarse en esta última y definitiva contienda, a la que he llamado LA MADRE DE TODAS LA ELECCIONES DE ESTADO.
AMLO ha “trabajado” su imagen con mucho cuidado; en el léxico donde me desenvuelvo, diríamos que “ha hecho la tarea”. Podrá caerles mal a muchos, pero en esto de la política lo que cuenta son los votos, y cada vez, más mexicanos piensan que él podría ser el instrumento del cambio que necesitamos.
Decir que con él seríamos un Venezuela más, es una reflexión muy débil para evitar el tsunami electoral que se avecina.
Sus adversarios apenas comienzan.
Según mis cálculos, por más esfuerzo que sus mercadólogos puedan hacer, no les alcanzará el tiempo para introducirse en el pensamiento y el corazón de los votantes. La única manera de evitar la derrota es jugando chueco en lo que se llama ELECCIÓN DE ESTADO.
Quienes conocen mi trabajo saben que no hago proselitismo, ni desestimo o menosprecio a ningún participante. El uso de la ciencia de la prospectiva y otros instrumentos científicos que utilizo para mi trabajo de análisis, arrojan estas consideraciones.
Veamos cómo se desenvuelven los aspirantes en lo que resta del año.
TIMING POLÍTICO.
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