Por: Eduardo Borunda.
El debate presidencial que se celebró este domingo 22 de abril tuvo un elemento que no habíamos visto en los anteriores debates presidenciales desde hace varios años ya que las expectativas de su difusión y de lo que hablaron los señores candidatos fue poco conocido. No llamó la atención, no atrajo el debate en una sociedad que ya empezó a sufrir los efectos de una saturación de millones de spot de radio y televisión aunado a una implacable ola de mensajes en las redes sociales que desgraciadamente provocan un enfrentamiento innecesario entre los ciudadanos.
La primera pregunta es ¿Qué esperamos de un debate que tiene un elemento interesante que no despierta interés en la sociedad? La discusión de los horarios, los temas, el día, el orden de las participaciones y otros elementos importantes en un debate político pasaron a un segundo plano, dejando el “predebate” en un segundo plano, sin importancia y con cierto desdén desde un inicio. Las campañas entonces tienen un primer momento para hacer el corte de cómo van los avances.
Fue predecible que el tema central fuera la descalificación de unos y de los otros, que el tema principal serían las acusaciones de corrupción, de las mentiras y promesas improcedentes o imposibles de cumplir así como la honestidad que cada uno de ellos digan de su persona. También, todos se fueron en contra del principal candidato que de una manera u otra va adelante en las encuestas conformándose un frente único opositor: Todos Unidos Contra AMLO, que se sintetiza como TUCAMLO’ve.
Lo interesante del propio debate fueron los memes que de una manera casi inmediata empezaron a surgir en redes, mofándose de una palabra mal dicha, una mirada pícara, una imagen mal presentada, hasta una pregunta malhecha, confusa o bien que no fue contestada como se esperaría. El debate entonces se traslada a otra arena, la discusión será en las redes sociales, allí se definirán las lealtades y por supuesto al gran triunfador del bulling o bien de la defensa más certera.
Después del debate, el postdebate dará ganadores, es decir todos se van a levantar con la mano del triunfo y todos dirán que los otros perdieron. Se echarán culpas ajenas, descalificarán a los moderadores, dirán que el debate no fue debate y que estuvo mal desde el origen un simulacro de debate que no convence a quienes no les favorece. En las calles de la ciudad de México los ciudadanos y organizaciones sociales salieron a las calles, tratando de tomar las principales avenidas como diciendo, quien gana las calles gana el debate. Hubo una polarización de los partidarios y opositores naturales.
¿Qué esperamos los ciudadanos? Un debate de ideas, un debate de proyectos, un debate sin mentiras ni simulaciones. No queremos un debate con promesas falsas. Nos gustaría escuchar y ver un proyecto de nación, realista y que convenza a un electorado cansado de partidos, de políticos, de instituciones en las que no confían.
El debate empezó y las encuestas darán resultados, en pocos días conoceremos la intención del voto ciudadano, si este cambió o si se movión a favor o en contra de algún frente o candidato. Propuestas no solo fáciles de decir, sino dificiles de creer e incluso imposibles de llevar a cabo. Todos en contra de López Obrador quién no definió si hará una ley de amnistía o no, le quita votos pero no los suficientes para bajarlo del primer lugar. El talón de Aquiles es nadar de muertito, ya que muchos no contestaron las preguntas, sacaron la vuelta al pastel. En este contexto, no convence el puntero y pierde Margarita la oportunidad de subir sus puntos en las encuestas electorales. El primero de julio empieza la cuenta regresiva en el primer debate de tres.
En conclusión, hay que analizar el debate, ver las propuestas y promover un voto informado, razonado y que esté a la altura de las necesidades del país. Necesitamos que el país se consolide, buscar una salida para que México despegue y avance. En ese sentido debemos buscar ser un país que recupere el liderazgo internacional y en especial a nivel Latinoamérica seamos un ejemplo a seguir. Debemos avanzar y no retroceder, por eso la importancia de ver un debate que permita valorar las distintas ofertas políticas, el voto más importante de la década.
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