Por: Raúl Ruiz
Hace un par de décadas cuando se hablaba de la “transición democrática”, la utopía era que un día pudiese postularse un ciudadano común, a cualquier cargo público sin la necesidad de entrar a los fétidos lodazales de los partidos políticos.
En aquel entonces, yo escribía: “… mientras la clase política no lo acepte, nunca lo verán mis ojos”.
Y con el tiempo, la clase política al ver el hartazgo de la ciudadanía, comenzó a bocetar esta posibilidad hasta llegar a lo que hoy conocemos como CANDIDATURAS INDEPENDIENTES.
Se impusieron mil y una trabas para evitar que el ciudadano común pudiese aspirar a una candidatura así.
De entrada se les limita la posibilidad de pronunciar su intención o pensamiento político en cualquier medio de difusión, se les obliga a gastar en la protocolización de un acta constitutiva, y la recopilación de firmas que avalen su aspiración.
Y en este tenor, los únicos que tienen posibilidad, son aquellos políticos que estando ya en un partido, renuncian y se postulan como si deveras fueran independientes.
Los pretextos son infinitos y los intentos son cada vez más frecuentes.
Muy pocos son verdaderamente ciudadanos sin yugo partidista.
Al electorado se le podrá comprar por la necesidad que tiene de un mendrugo, pero no se le puede hacer tonto. Cuando se quiere cobrar la afrenta de haber sido ultrajada su voluntad por una despensa y 200 pesos, se rebela y vota en contra.
La experiencia de los independientes ha sido decepcionante. Sólo el caso aislado de Kamamoto allá por el Bajío, el resto de los independientes ganadores ha sido verdaderamente un fiasco.
Desde el mismísimo Bronco en Nuevo León hasta el pernicioso Armando Cabada en Ciudad Juárez.
La sociedad irá mutando poco a poco hacia esos espacios de democracia, pero siempre con resistencias muy consistentes que evitarán la posibilidad, al menos no lo será en breve.
Dejemos de soñar y concentrémonos en el terreno de las realidades.
En 2018 las elecciones serán intensas e interesantes. Los independientes en la frontera norte de México; que en realidad nunca han sido independientes, aparecerán ya como un micro partido que usarán la careta de independientes, cobijados por un inteligente proyecto en Ciudad Juárez.
Todos sabemos que el punto nuclear en este submundo de los independientes lo significan “las firmas”.
Hoy, existe ya un mercado para la colección de firmas que de manera abierta se venden a los interesados, sin ápice de decoro y vergüenza.
Pero eso, si bien es cierto que desvirtúa el espíritu independiente, no lo descarrila. Mientras la autoridad siga volteando para otro lado.
Lo que hoy me contrae a escribir sobre ello, es el proyecto “independiente” que arma el alcalde de Ciudad Juárez, Armando Cabada.
Me parece muy inteligente de su parte, sembrar y apoyar candidatos igualmente “independientes” y crear una fuerza en el submundo electoral de los postulantes individualistas.
Máxime si su proyecto es a largo plazo para buscar la gubernatura.
Lo que me sorprende es ver como otras “fuerzas”, adversas a su proyecto, e incluso más poderosas que él, permanezcan impávidas, azoradas, inmóviles, pudiendo estar armando un proyecto más sólido y mejor acabado. Y no estoy hablando de partidos políticos.
Debo decir que el mercado de las firmas, es sólo para alcanzar una etapa dentro del proceso electoral. Y eso no determina el triunfo en las urnas.
Es el manejo territorial lo que hace ganar o perder.
En la medida que los operadores del voto se movilicen en la compra del sufragio, el amago o inducción del elector; y la perfecta supervisión de estos “activos”, el triunfo está asegurado.
Un ejercicio como el que veremos en el 18 será de gran interés para los que estudiamos estos fenómenos.
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