Timing Político

La política tiene su propio Timing

EL MÉXICO DE LA CORRUPCIÓN.

POR: FRANCISCO ORTIZ BELLO. 

Los políticos corruptos o ladrones no llegaron de Marte, ni nacen por generación espontánea. Se forman en nuestra sociedad cada vez más carente de valores

El daño es enorme. Cuantioso. Tenemos un país cundido de corrupción y de abusos de poder desde el gobierno. Esa es una verdad incontrovertible. Pero también es cierto que no toda la culpa o responsabilidad es de los políticos o de sus partidos ya que, si bien son o han sido los artífices principales de este sistema podrido, finalmente son personas, son seres humanos, son ciudadanos que emergieron de una sociedad cuyos valores fundamentales están en plena decadencia desde hace algunos años.

Hace poco nos enteramos de la aprehensión del abogado Juan Collado. Fue tal la explosión mediática alrededor de este hecho, que no hubo forma de que mexicano alguno se quedara sin enterarse de la noticia, aunque no supiera bien a bien todo el trasfondo de la diligencia policiaca, ni quien era Juan Collado.

Bueno, pues esa detención pone de manifiesto que, políticos y empresarios de altos vuelos, requirieron de la ayuda de este prestigiado profesionista del derecho para lograr sus aviesos fines en la administración pública. Alejandro Gutiérrez Gutiérrez, Carlos Romero Deschamps, Carlos Ahumada, Diego Fernández de Cevallos, Enrique Peña Nieto o Raúl Salinas de Gortari, no hubieran podido concretar ninguna de sus fechorías sin la ayuda de este abogado.

Nuestro país, y nuestro sistema político y de gobierno, está plagado de historias como las de Juan Collado. La necesaria colusión de personajes “buenos” con otros “malos” para conseguir dividendos o poder en favor de unos cuantos. Muy pocos.

Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), recientemente documentó ampliamente el caso de altos ejecutivos de Altos Hornos de México (AHMSA), en complicidad clara y abierta con el ex director general de PEMEX entonces, para favorecerlo con la compra de una costosísima residencia. Claro, a nombre de la esposa de Emilio Lozoya Austin.

De acuerdo comn la publicación de MCCI, Juan Carlos Quintana, quien era secretario de comités de auditoría y de prácticas societarias de Altos Hornos de México, representación de la esposa de Emilio Lozoya Austin, Marielle Helene Eckes, adquirió una residencia de lujo a la orilla del mar, con valor de 1.9 millones de dólares.

Dice MCCI en su portal web que: “Las autoridades mexicanas investigan la compra de ese inmueble, que incluye una transferencia de 1.2 millones de dólares, hecha a través de una cuenta en Suiza ligada con sobornos presuntamente pagados al exdirector de Pemex.” https://contralacorrupcion.mx/mansion-en-ixtapa-lozoya/

“La adquisición de la residencia a favor de la esposa de Lozoya se efectuó en julio de 2013, doce días después de que Pemex autorizó incluir en su cartera de inversiones la compra de Agro Nitrogenados, una planta de fertilizantes de AHMSA que tenía 14 años sin operar.”

“Las autoridades han determinado que la planta fue comprada con un sobrecosto estimado de 620 millones de pesos, además de que las instalaciones eran chatarra.” Dice el portal de Mexicanos Contra la Corrupción y la impunidad.

Es solo un caso de muchos. Los gobernantes o servidores públicos, en un muy alto porcentaje, han dado muestras de una enorme “creatividad” e “ingenio” para crear y construir intrincadas redes de complicidad, así como las más impensadas estrategias, efectivas por cierto, para hacerse de recursos y bienes que, en justicia y derecho, no les pertenecen.

Pero, el problema no son los Collado, los Quintana, los Peña, los Salinas, los Romero o como se apelliden y llamen, no. El problema real, de fondo, es una sociedad decadente en sus valores que permite y hasta fomenta este tipo de actitudes.

El problema somos todos los mexicanos que, cada vez más, creemos que defraudar, robar o traficar influencias, poder y dinero desde la administración pública, son actos dignos de admiración y reconocimiento.

El verdadero problema, son todos los amigos y familiares de los Collado, los Quintana, los Peña, los Salinas, los Romero y tantos otros más quienes, sabiendo bien a lo que se dedican, les permiten, reconocen y hasta festejan tales actitudes en perjuicio de la sociedad entera.

El problema es que cada vez más mexicanos quieren imitar e igualar las “hazañas” de corrupción y abuso del poder de nuestros políticos, y que cada vez menos mexicanos continúan educando a sus hijos en una tradición de valores, respeto y legalidad.

Los antivalores han permeado nuestra sociedad. Las familias, célula fundamental de la sociedad, han perdido su esencia de formadoras de buenos ciudadanos, de hombres y mujeres de bien, que sepan respetar y cumplir la Ley y las normas sociales. Si no visualizamos esta decadencia, estaremos condenando a nuestros hijos y nietos a vivir en la Ley de la Selva, en donde solo el más fuerte, tramposo y marrullero sobrevive ¿Eso queremos para nuestros hijos y nietos?

TIMING POLÍTICO. 

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