Timing Político

La política tiene su propio Timing

El traficante de Camerún.

 

Por Raúl Ruiz

Desde París traje a “Mumbasa” como regalo para Gonzalo Martínez Corbalá.

Había ido a cubrir una invitación para participar en una Conferencia Internacional sobre Seguridad Social. Yo llevaba la representación personal del entonces director general del ISSSTE, y recién había escrito el libro: “El ISSSTE y la Seguridad Social en México: 1994”. Mismo que presenté en La Haya, Roma y París.

En la Ciudad Luz, encontré a un traficante camerunés que traía en una maleta varias reliquias de su país. Figuras talladas en madera. Decía que tenían un valor incalculable. Pero como él se dedicaba al comercio de antigüedades y piezas antropológicas, traía una súper oferta que no podría rechazar.

Me pidió mil dólares por MUMBASA, la pieza que se me hizo más interesante de todas. Y le vine pagando cien, en un regateo a la mexicana pero en francés. Él con un Creole casi como los que hablan en Barbuda, y yo con un francés muy mocho, pero entendible.

Era la figura de una mujer embarazada, en posición de loto, agarrándose la panza, enredada entre mecates. O lo que aquí conocemos como mecates para el tendedero.

Toda ella de aroma repugnante. Yo pensé, tal vez por el transporte Camerún-París. Pero no.

El caso es que me interesaba hacerle un obsequio al ingeniero Martínez Corbalá, por su amistad y su cumpleaños. Y MUMBASA, me parecía interesante, pues él había sido embajador de México en Camerún y conocía estas historias.

Mumbasa, según me explicó el traficante camerunés, era la figura del buen parto. Las mujeres de Camerún que tienen problemas de parto, van con un rezandero quien les frota la panza con esta figura… ¿mágica? Y un aceite especial para el caso. Dicen que con eso “se les acomoda” el niño y pueden parir de manera natural ya sin problemas.

Y la que yo adquirí, al parecer tenía 200 años de antigüedad. Mi argumento negociador fue… “No mi amigo, el México hay un lugar que se llama Tepito, allá la consigo en 500 pesos máximo… Son especialistas en la piratería, que le vas a enseñar a este cachetón”.

Y él insistía: “No tiene usted idea del valor que tiene esta pieza, no tiene precio en el mercado. Quizás en Nueva York en el mercado negro valga diez o veinte mil dólares”.

Y yo, “jajajaja, no me hagas reír, negro” (porque el traficante era negro. ¿Hoy hay de otro color?… es broma)

El caso es que al llegar a México, se lo llevo al ing. Gonzalo Martínez Corbalá en una campana de plástico, sellada, por lo del aroma fétido.  Y le cuento la historia.

Para mí tenía más valor la historia que la pieza. Pues un regalo de cien dólares para un hombre que todo lo ha tenido y que había sido embajador en Chile, Cuba, Camerún y otros países significa más, ¿Qué no?

Lo primero que preguntó fue… ¿La madera huele? Y le dije… hiede. Es horrible, por eso la puse en este contenedor transparente.

¡Ábrela! Me dijo. Y en efecto el aroma era fétido. Él entrecerró los ojos y dijo: Ahhh. “Sí es original. ¿Cuánto pagaste por ella?” Y le dije… El negro quería mil dólares, le di cien, y los aceptó pero me dijo que al menos valía diez mil o veinte mil.

¡Cómo serás cachaza! Me dijo.

“Esta pieza puede valer hasta cincuenta mil dólares, es muy valiosa. Sobre todo para los nativos de Camerún.”

Esta es una de muchas anécdotas que podría contar sobre mi amistad con este gran personaje de la política mexicana.

Pocos saben que fue él quien salvó a la familia de Salvador Allende de morir asesinada cuando el pinochetazo.

Como embajador de México en Chile y amigo entrañable del todavía presidente de Chile, cumplió la triste petición de sacar a su familia del país, pues corría peligro de muerte. Instantes después fue abatido a tiros en el palacio nacional.

Gonzalo Martínez Corbalá ha muerto, pero ha dejado innumerables recuerdos entre los amigos y colaboradores. Yo entre ellos. Descanse en paz, ingeniero.

TIMING POLÍTICO.

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