Por: Luis Carlos Carrasco Martel.
Este día me voy alejar de cuestiones de carácter político. Estamos ya hasta la madre de eso y aún más de posturas moralistas. El idealismo natural me conduce a querer esperar que todos los que habitamos en esta frontera comprendiéramos mínimamente la definición de empatía que en pocas palabras “es ponernos en los zapatos de otros”.
Inadmisible lo sucedido en días pasados en una tienda de las conocidas como “Aurrerá” ubicada en la avenida perimetral Carlos Amaya. La ciudadanía mayormente consciente, estará de acuerdo con un servidor cuando actitudes contrarias ayudar a resarcir el llamado tejido social. La forma de comportarse de algunas personas, no todas por supuesto, dejan mucho que decir. Algo anda muy mal en nuestra sociedad en cuestión de principios y valores que deberían regular nuestra vida diaria, sin pretender asumir posturas propias de un profesor de escuela, sino el reflexionar de acuerdo a conductas básicas que deben regirnos a partir de valores cívicos que a la vez deben inculcar dentro y fuera de la familia.
Vamos a recordar que los hechos de lo que hablo, ocurrieron la semana pasada de la siguiente manera. Según fuentes informativas, el negocio denominado comercialmente “Bodega Aurrerá”, ofertó televisiones de 40 pulgadas a cinco pesos y todo fue por un error humano, La gente al percatarse de la situación, aprovechó para comprar entre todos los involucrados aproximadamente 35 televisores, los más “abusados” llevaban hasta tres aparatos eléctricos por persona: Ya en las cajas de pago, se les indicó que se había cometido un error en la marcación de su precio real, lo que la gente iracunda, no aceptó y provocó hasta el cierre de la tienda. Sí los mismos clientes provocaron el cierre, hasta que las autoridades de Profeco y de Seguridad Pública llegaron.
Las cosas pudieron salirse de control, pero los administradores de la tienda actuaron con prudencia y mesura, era necesario eso para lograr que las cosas se condujeran a través del dialogo y la cordura ya que en esos momentos la policía municipal ya esperaba afuera de dicho negocio para actuar. Fueron casi 20 horas que duró la gente parapetada en el interior del negocio, exigiendo se les respetara el precio marcado. Fue una falla de empleados de la tienda y ellos pagarán muy caro el error.
Al final la tienda se vio obligada a respetar los precios marcados por error, dándole inconcebiblemente cabida al certero abuso de las personas que adquirieron sus televisiones a precios muy bajos, entre los dos y cinco pesos por familia evidenciando la falta de criterio de las autoridades federales que prefirieron, no complicarse la vida con la gente enardecida que en ese momento tenía literalmente “tomada” la tienda.
Por favor, ¿qué nos está pasando? La gente que se aprovechó de la situación, no alcanzará a comprender que seguramente la tienda lejos de perder el monto de lo perdido, lo habrán de pagar él o los empleados involucrados en el error, aun bajo el argumento que dicha mercancía pudiera estar asegurada; lamentable la actitud de la gente envuelta en el incidente; prefirieron satisfacer su aparente astucia con la que actuaron.
Es importante mencionar sobre la urgencia de una introspección que les permita entender el daño ocasionado con su proceder. El abuso cometido es mayúsculo comparado solamente con un robo que no habla bien de nadie, ni de ellos mismos por supuesto, entendemos que la ciudadanía esta dolida por muchas circunstancias, principalmente aquellas de orden político, económico y de seguridad, pero que en ningún momento se pueden justificar con acciones propias de un “raterillo” de barrio. Insisto, los pobres empleados que cometieron el error, los van a obligar a pagar la mercancía.
Ahora les tocará a cada familia asumir las consecuencias de su conducta, pues representantes legales, han sostenido la idea de establecer sendas demandas que pudieran tipificarse por los delitos de robo y no por las televisiones, sino por los alimentos que además sustrajeron y por allanamiento de morada. En fin haber en que termina todo esto.
TIMING POLÍTICO.

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