Timing Político

La política tiene su propio Timing

Fallaron todas las encuestas.

“El lenguaje secreto de las estadística se emplea para causar sensación, deformar, confundir y simplificar en demasía.”

Darrrell Huff.

Me he atrevido a plantar en el inicio de esta participación, una pequeña parte del célebre libro “Como mentir con estadísticas” (Huff, 2015), para denunciar desde este espacio lo sobre-dimensionadas que están las encuestas que publicó Grupo Reforma, sobre las preferencias para la elección de Presidente de la República.

Me pregunto ¿Cuántos argumentos se caerían de saber que estos sondeos, censos y encuestas son ejercicios sesgados desde su origen?

Las encuestas que presenta uno de los grandes medios nacionales, no son otra cosa que instrumentos de medición basados en muestras NO probabilísticas, pues no garantizan:

1.- Criterios mínimos de inclusión, es decir, nunca se establece el porcentaje de probabilidad que cada posible elector para ser integrado al instrumento.

2.-La definición de las técnicas de muestreo probabilístico, por ejemplo: muestreo aleatorio simple, muestreo sistemático, muestreo estratificado, muestreo por conglomerados.

De acuerdo al rotativo capitalino, AMLO lidera las preferencias de voto en un orden de 2 a 1, con un 52% de preferencia en los 996 votantes efectivamente encuestados. Sabemos que de 1,200 personas invitadas a participar en el cuestionario, 204 se rehusaron a responder.

Reflexionemos un momento. ¿Qué significa esa cifra tan impresionante del 52%? Lo que parece evidente es que ya no tiene caso votar por nadie más, pues es seguro que ningún candidato logrará rebasar al “puntero en la elección”.

Dos cosas saltan a la vista en semejante porcentaje: la primera, que da una ventaja sorprendentemente alta y la segunda, que tiene muy pocas probabilidades de ser cierta. Válido es decir que la muestra recogida por la agencia noticiosa, no es lo suficientemente extensa, mucho menos garantiza que haya sido bien seleccionada.

En México, existe un padrón electoral que se integra por 44,637,006 mujeres y 41,316,706 hombres, lo que da un total de 85,953,712 mexicanas y mexicanos con derecho a votar en esta próxima elección presidencial (INE, 2018). Si consideramos los 996 participantes de la encuesta en mención, tendríamos una probabilidad de 0.0000115876% de ser incluidas e incluidos en dicho muestreo.

Muchos son los factores que influyen en el levantamiento de los datos, desde el equipo que ordena y diseña el tiempo y el lugar en que se recogerá la muestra, hasta la cantidad de personas que las responden y que quizá el 1 de julio no acudan a votar. Nada está completamente definido.

En tiempos electorales las encuestas son tan socorridas como engañosas. Recordemos que en el año 2016 todas la encuestas fallaron, la gran mayoría de las encuestadoras estadounidenses, daban por ganadora a la candidata demócrata por 5 puntos porcentuales (CNN/ORC, 2016), resultando al final con una simple ventaja de medio punto porcentual sobre el actual presidente, lo que le llevó a perder el colegio electoral y posteriormente la presidencia.

En ese mismo año, en Colombia las encuestas que daban como ganador con un 76% al “Sí” (Ipsos, 2016), para refrendar los acuerdos de amnistía firmados en la Habana, también fallaron estrepitosamente, resultando ganador el “No” con una ventaja de medio punto porcentual.

Lo mismo ocurrió en Gran Bretaña, en donde las encuestas ponían un 10% arriba la decisión de permanecer en la Unión Europea (Populus, 2016), al final esta ventaja no se vio reflejada en las urnas pues el resultado fue 3.8% mayor para el “No”.

En Chihuahua, en ese mismo año, fuimos testigos de que las encuestas daban como ganador al candidato priista, con un 44% de preferencias, por encima de un 35.6% (Expansión, 2016) del hoy Gobernador del Estado.

Las encuestas no contienen la verdad sobre los hechos, solo son instrumentos que recogen una pequeña muestra de realidad específica y acotada. En la forma, son técnicas de investigación y recolección de datos, en el fondo, son medios utilizados para modificar la “opinión pública”.

 

TIMING POLÍTICO.

 

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