
JUEVES 17 ABRIL 2025
En la arena política de Morena, donde las luchas internas se libran con más furia que contra la oposición, ha emergido un nuevo gladiador del golpeteo selectivo: el senador Juan Carlos Loera de la Rosa, quien ha asumido con entusiasmo el papel de ariete de su coordinador en el Senado, Adán Augusto López Hernández.
Lejos de operar con sutileza política, Loera ha optado por el estilo directo, a golpe de tuit y entrevista, arremetiendo contra todo aquel que se mueva fuera del eje lopezobradorista tradicional, o peor aún, que intente consolidar un proyecto político propio sin el visto bueno del “núcleo duro”.
Su misión no es casual, ni espontánea: es la reacción directa desde el centro a los movimientos de desmantelamiento del grupo político encabezado por Andrea Chávez Treviño, senadora que, aunque no sea el objetivo, sí ha servido de medio para medir fuerzas internas.
Loera, uno de los “rebeldes” cercanos a Don Adán, ha intensificado su actividad desde el regaño presidencial que se dejó caer en una mañanera reciente, y desde entonces ha centrado sus dardos en actores clave de Chihuahua.
Entre sus blancos más constantes se encuentra el alcalde Cruz Pérez Cuéllar, viejo conocido de Loera en los enfrentamientos políticos, pero también ha escalado su ofensiva contra Mayra Chávez, delegada de Bienestar, y por extensión contra su expareja y actual secretaria de esa dependencia, Ariadna Montiel Reyes, ambas identificadas con una corriente opuesta a la de los rebeldes.
Pero Loera no se detuvo ahí. En un arranque de fin de semana que habría envidiado cualquier guionista de drama político, acusó a la diputada local Brenda Ríos Prieto y a su esposo Alex LeBaron de liderar el ya legendario y convenientemente difuso “Cártel del Agua” en Chihuahua, señalándolos como operadores de una red de corrupción desde los tiempos en que ella era delegada de Semarnat y él gerente de Conagua. Si bien algunas acusaciones podrían tener asidero, la forma en que se presentan parece más un ajuste de cuentas que una cruzada por la transparencia.
Lo de Loera es ruido, fuego amigo y operación política. Pero el escenario real de esta guerra está en la Ciudad de México, donde los grandes intereses de la sucesión y el reparto de poder se mueven en círculos más altos, y los coletazos de los “dinosaurios” sacuden con más fuerza a los peones que a los reyes.
Lo dicho: en Morena no hay enemigos pequeños ni alianzas eternas. Solo hay sobrevivientes. Y Loera, al menos por ahora, parece decidido a ganarse su lugar en la batalla final.
La Inmaculada Migración de Garduño
¡Bendito sea el fuero y la burocracia judicial! En un acto digno de los milagros modernos, el Tribunal Colegiado de Circuito en Juárez ha hecho lo que solo los más devotos creyentes del sistema pueden explicar: suspender el proceso penal contra Francisco Garduño Yáñez, comisionado del Instituto Nacional de Migración, acusado nada menos que de ejercicio ilícito del servicio público… por un pequeño detalle: la muerte de 40 migrantes y lesiones permanentes a otros 27. Nada serio, al parecer.
Gracias a este fallo celestial, Garduño podría quedar limpio como una patena en 18 meses, siempre y cuando se porte bien. Y claro, ¿quién dudaría de la buena conducta de un funcionario que ya sobrevivió políticamente a una tragedia humana? Lo suyo es caminar sobre las aguas del pantano sin ensuciarse los zapatos.
La Fundación para la Justicia, esos eternos aguafiestas, se atrevió a impugnar la suspensión. Alegan, con todo el descaro, que no se consultó a las víctimas ni se validaron bien las pruebas. ¿Cómo se atreven a poner en duda la pureza del proceso? ¡Qué falta de fe en la justicia a modo!
Pero no todo es tragedia. Garduño no será destituido, no enfrentará juicio, y se retirará como un caballero: sin manchas en su historial, sin responsabilidades, sin culpas. Como si los 40 muertos hubieran sido parte del paisaje. Un error administrativo, si acaso. Y si la historia lo permite, quizá hasta una medalla le cuelguen antes de jubilarlo.
Esto, por supuesto, es otro “gracias, patrón” a su benefactor AMLO, quien sabe premiar la lealtad por encima de esas minucias llamadas derechos humanos.
Mientras tanto, el resto de los mexicanos seguimos aplaudiendo este espectáculo de impunidad disfrazada de legalidad, con la esperanza ingenua de que algún día, a nosotros también nos toque cruzar el pantano sin mancharnos. O al menos, que no nos dejen ahogarnos en él.
Geo Bujanda vetada por Morena
Y mientras en el Congreso del Estado se cocina, sin prisa, pero sin pausa, la designación del próximo titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, ya se perfila una terna dominada por mujeres. Aplaudible, claro, pero reducida al simplismo de que nunca ha habido una mujer al frente, como si el género resolviera automáticamente la idoneidad del perfil.
Lo que sí ha generado más ruido que consenso es la posible inclusión de Georgina Bujanda Ríos, exdiputada y exsecretaria general de la UACh, a quien Morena ya vetó públicamente. Aseguran que “ni a la esquina” con ella, mientras en Palacio de Gobierno la siguen viendo como carta fuerte. Así, la decisión final quedará en manos de los satélites del poder, esos partidos chicos que hoy valen su peso en oro.
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