Cartapacio
MIERCOLES 10 DICIEMBRE 2025
El gobierno estatal anuncia con bombo y platillo que el impuesto sobre nómina subirá del 3% al 4%. Una jugada aparentemente técnica, un ajuste de rutina, pero que en realidad es el pase filtrado que los empresarios esperaban desde hace años.
Aunque les parezca insólito.
Según los cálculos oficiales, ese 1% adicional representa nada menos que 2,400 millones de pesos. Y de esa cifra, el 45% se quedará en Juárez, como si la ciudad hubiera ganado un campeonato fiscal.
La narrativa es impecable: el dinero no será administrado por burócratas grises, sino por el sector empresarial y el IMIP, con proyectos definidos a través del Consejo Coordinador Empresarial (CCE).
Esto lo declaró ayer el presidente de CANACO, Iván Pérez en su rueda de prensa semanal.
Es decir, los mismos que durante décadas se quejaron de que el gobierno no los escuchaba, ahora tendrán la chequera en la mano. El árbitro pita y el balón está en su cancha.
Los proyectos de la victoria
La lista de inversiones parece sacada de un catálogo de “modernización empresarial con sabor a política pública”:
- Mejora al transporte público, porque nada dice competitividad como un camión que no se descompone en cada esquina.
- Mantenimiento a los parques industriales, esos templos del capital que ahora recibirán cariño presupuestal.
- Apoyo financiero al nuevo centro de convenciones, la joya arquitectónica que promete ser el estadio donde se juegue el partido de los negocios internacionales.
- Co-financiar la vialidad del transporte pesado hacia Guadalupe-Tornillo, porque hasta los tráileres necesitan su propia autopista para llegar a la portería del comercio global.
Cada proyecto es presentado como si fuera un gol de media cancha. El discurso oficial suena a narración deportiva: “¡Y Juárez se pone adelante en el marcador gracias al esfuerzo conjunto de empresarios y gobierno!”
El sarcasmo detrás del festejo.
Lo curioso es que este “gol” empresarial no se logró en la cancha del mercado, sino en el tablero fiscal.
Los empresarios, que suelen defender la idea de que menos impuestos significan más competitividad, ahora celebran que un impuesto más alto les dé acceso a recursos frescos. Es el equivalente a quejarse del árbitro y luego agradecerle por marcar un penalty a favor.
La ironía es deliciosa: el aumento de impuestos, históricamente visto como un castigo, se convierte en el premio mayor. El balón cruza la línea y los empresarios levantan los brazos, como si hubieran ganado la final del Mundial de la Nómina.
Juárez como estadio
Que el 45% de esos recursos se quede en Juárez no es un dato menor. La ciudad se convierte en el estadio principal de esta liga fiscal. Aquí se decidirá cómo se invierten los millones, aquí se celebrarán los goles de infraestructura, aquí se aplaudirá cada pase de dinero hacia proyectos que, curiosamente, coinciden con las prioridades del sector privado.
El CCE será el director técnico, el IMIP el utilero, y los empresarios los delanteros estrella. El gobierno estatal, mientras tanto, se conforma con ser la porra que anima desde la tribuna.
La anotación que cambia el juego.
Al final, lo que queda claro es que los empresarios finalmente consiguieron su anotación. Después de años de reclamar que el gobierno no invertía en transporte, parques industriales o centros de convenciones, ahora tendrán la oportunidad de decidir directamente. El aumento del impuesto sobre nómina es el pase que les permitió meter el gol.
¿Quién diría que la ruta hacia la victoria empresarial pasaba por subir impuestos? El marcador está 4-3, y Juárez celebra como si hubiera ganado la final.
El sarcasmo es inevitable: los empresarios, que siempre pedían menos cargas fiscales, ahora festejan que la carga aumente… porque esta vez el balón les pertenece.
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