JUEVES 11 DICIEMBRE 2025
Vaya tremenda complicación y vaya timing, para el exgobernador César Duarte Jáquez, quien amaneció este lunes no sólo con el cielo nublado, sino con prisión preventiva y un nuevo expediente federal que le aprieta más que el chaleco antibalas del sexenio pasado.
El hombre que hace apenas unas semanas caminaba por Chihuahua con la confianza de quien ya vio lo peor, hoy está en la Ciudad de México, bajo una acusación nada menor: lavado de dinero, presuntamente cometido durante su ejercicio como servidor público. Y no es cualquier señalamiento: la Fiscalía General de la República desempolvó una orden de aprehensión emitida desde mayo de 2024, misma que—misteriosamente—nadie se había preocupado por ejecutar, pese a que Duarte estaba más localizado que una vaca en la Expo Ganadera.
Ese retraso, hay que decirlo, huele raro. Muy raro.
La captura que tardó… hasta que ya no
La escena del arresto tuvo un toque casi cinematográfico: Duarte sale de su casa rumbo a una cita médica, abre la puerta, da unos pasos y—¡zas!—la Guardia Nacional se lo lleva para cumplir una orden que tenía meses empolvándose.
Después rindió declaración en la Delegación Estatal de la FGR, y por la tarde-noche ya iba rumbo a la capital del país a presentarse ante el juez federal que pidió su captura. Nada rápido, nada lento: justo a tiempo para levantar cejas en el espectro político.
Y es que hace un par de meses, él y su defensa estuvieron revisando la carpeta de investigación en la misma Ciudad de México. Ahí pudieron haber ejecutado la orden. No lo hicieron. Y ahora sí. ¿Por qué? Silencio institucional.
¿Nuevo proceso… o nuevo problema legal?
Surge la gran interrogante:
Si Duarte fue extraditado bajo ciertos delitos específicos, ¿es legal que ahora le adicionen otros cargos?
El tratado de extradición con Estados Unidos establece que sólo puede ser procesado por los delitos autorizados por la jueza en Miami. Cualquier movimiento fuera de ese margen abre debates jurídicos que podrían tardar años en cerrarse… o minutos, dependiendo de la voluntad política.
Por lo pronto, este nuevo escenario se suma al proceso que ya enfrenta en Chihuahua, y lo coloca en un laberinto judicial de difícil salida.
El fantasma de Corral y la especulación al por mayor
Como era de esperarse, la detención levantó revuelo. En cafés, chats políticos y hasta grupos de WhatsApp de exfuncionarios, surgió un nombre: Javier Corral Jurado.
Algunos insinuaron—sin pruebas, por supuesto—que el hoy senador pudo haber tenido algún tipo de mano o interés en el movimiento judicial. Nada confirmado, nada verificable, pero en política basta decir “dicen por ahí” para que la frase haga más ruido que un gallo a medianoche.
Por ahora, todo son especulaciones, pero el clima político en Chihuahua ya se puso lo suficientemente espeso como para cortar con machete.
Lo que sí es claro
- Duarte vuelve a estar en el ojo del huracán.
- El Gobierno Federal decidió mover una pieza que llevaba un año inmóvil.
- El peso político del nuevo cargo es mayor que el del proceso local.
- Y alguien, en algún despacho de la capital, decidió que “ahora sí era momento”.
Mientras tanto, el exgobernador enfrenta un panorama judicial que ya no depende sólo de Chihuahua, sino del tablero federal, donde los tiempos, los silencios y las señales siempre cuentan más que los comunicados oficiales.
La historia apenas está tomando forma. Pero algo quedó claro desde esta mañana: la tranquilidad de Duarte duró menos que un cafecito frío en Palacio Nacional.
Lilia Aguilar tuvo miedo debatir con Daniela Alvarez
La Ley del Agua volvió a salpicar más fuera que dentro del Congreso del Estado, y esta vez el epicentro del drama estuvo en el piso 18, donde la dirigente estatal del PAN, Daniela Álvarez, se quedó esperando—flor en mano, casi—el arribo de la diputada del PT, Lilia Aguilar.
La cita era para debatir la polémica reforma impulsada desde el centro del país. Pero Lilia nunca llegó. La legisladora apareció después… sí, pero desde la Ciudad de México, para aclarar que debate cuando quiera, pero no con “cualquiera”, porque hay niveles.
Ahí quedó claro que si el debate era una película, Lilia prefirió verla desde otra sala.
¿Debate? Ya para qué
La realidad es que, aun si Aguilar hubiera llegado, el debate ya estaba muerto desde antes de nacer.
La discusión debía ocurrir en la Cámara de Diputados, donde la PTista ni siquiera subió a tribuna para defender lo que hoy presume con tanto ímpetu.
Es el clásico caso donde primero se aprueba la ley, luego se genera el desastre social, y al final se ofrece debate… cuando el tren ya pasó, ya pitó y ya atropelló a medio sector agrícola.
Farándula política con guion oficialista
Este episodio deja ver nuevamente la enorme distancia entre la narrativa oficial (“el pueblo sabio”, “el diálogo abierto”, “todos caben”) y la práctica real:
Un debate negado aquí, un discurso vacío allá, mucha pose, mucho cálculo y poco interés genuino por explicar una ley que ya provocó bloqueos, protestas, repercusiones económicas y fracturas políticas de alto calibre.
Porque en esta farándula política, manda el régimen, y quienes deberían escuchar a la ciudadanía parecen ocupar más tiempo eligiendo a quién sí y a quién no le conceden la palabra.
Mario Mata y Juan Carlos Loera se lanzan retos en el Chat del Pillo
El presidente de la JCAS, Mario Mata Carrasco, y el senador morenista Juan Carlos Loera se retaron mutuamente… y nada menos que en el chat del Pillo, ese espacio donde las figuras públicas se transforman en gladiadores virtuales y los emojis vuelan más que los argumentos.
Y aquí, un punto fino: el programa Dígalo Tal Cual, con Rafael Navarro y Luis Carlos Carrasco, abrió sus puertas—y su rating—para que el intercambio ocurra en vivo y a todo color. Arena hay. Moderadores hay.
El fondo del asunto
Entre ausencias, retos y declaraciones a distancia, lo que sigue ausente es lo más importante:
Una explicación clara, técnica y honesta sobre cómo la Ley del Agua va a afectar realmente al estado, a los productores y a la relación Chihuahua–Federación.
Por ahora, todo sigue reducido a declaraciones altisonantes, portazos simbólicos y una ciudadanía usada de fondo, como si fuera escenografía.
El debate es urgente.
TIMING POLITICO






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