VIERNES 19 DICIEMBRE 2025
POR JACK RO
La obra Mariana es un, acrílico sobre tela, muestra un retrato íntimo de espaldas. Con paleta sobria y fondo abstracto, evoca silencio, introspección y vulnerabilidad, convirtiendo la ausencia del rostro en símbolo universal de contemplación y presencia emocional.
CD. JUAREZ, CHIH.- La obra Mariana, realizada en acrílico sobre tela por la artista Marcela Macías, se presenta como un retrato íntimo que desafía las convenciones tradicionales del género.
Esta pieza se inscribe en el retrato contemporáneo figurativo, pero se distancia de la representación frontal y detallada para explorar un territorio más emocional y simbólico.
La figura humana aparece de espaldas, con el cabello recogido en un moño suelto y mechones que caen suavemente sobre el cuello.
La tela que cubre los hombros se despliega en tonos grises y azulados, mientras el fondo abstracto, trabajado con pinceladas libres y texturas suaves, envuelve a la protagonista en un espacio que parece más psicológico que físico.
La ausencia del rostro convierte al cuerpo en un símbolo de introspección, anonimato y contemplación, invitando al espectador a imaginar la historia, el estado emocional o la identidad de la figura.
El estilo pictórico de Macías se acerca al expresionismo lírico y al realismo emocional, donde lo importante no es la descripción minuciosa, sino la atmósfera que se genera.
La paleta sobria —grises, blancos y azules— evoca calma, melancolía y silencio, mientras que la gestualidad de las pinceladas transmite vulnerabilidad y apertura.
En este sentido, la obra dialoga con influencias como Vilhelm Hammershøi, célebre por sus figuras de espaldas que sugieren misterio y silencio, y con Lucian Freud, en la atención al cuerpo como superficie emocional.
Asimismo, se inscribe en la tradición del arte mexicano contemporáneo, donde el acrílico y la expresividad gestual se convierten en medios de introspección y búsqueda identitaria.
La propuesta visual de Mariana se centra en mostrar la presencia humana desde la ausencia del rostro.
Este recurso convierte al retrato en un espacio de evocación más que de representación, donde la sugerencia sustituye a la afirmación.
La postura corporal, el peinado suelto y la caída de la tela sobre los hombros sugieren intimidad y vulnerabilidad, pero también fuerza silenciosa.
El espectador completa la obra con su propia sensibilidad, proyectando emociones y narrativas personales sobre la figura.
En un contexto cultural como el de Ciudad Juárez, marcado por tensiones sociales y búsquedas de identidad, la obra de Marcela Macías adquiere una dimensión especial.
Mariana no es solo un retrato: es una metáfora de lo íntimo y lo universal, de la memoria y la contemplación. La artista logra que el silencio se convierta en lenguaje, que la ausencia se transforme en presencia, y que el retrato deje de ser una mera representación física para convertirse en un acto de reflexión emocional.
Marcela Macías, con Mariana, demuestra que el arte puede ser un puente entre lo visible y lo invisible. Su pintura nos recuerda que el retrato no necesita mostrar un rostro para transmitir humanidad.
En este lienzo, la figura de espaldas se convierte en símbolo de introspección y de la capacidad del arte para abrir espacios de contemplación. Es un retrato silencioso, pero profundamente elocuente, que invita a soñar, interpretar y transformarse.
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