JUEVES 13 NOVIEMBRE 2025
Por más que se le quiera llamar “marcha de relanzamiento”, lo ocurrido este fin de semana en Chihuahua capital fue, en toda forma y fondo, un acto político con sabor a precampaña y con mensaje directo a la militancia panista: Maru Campos está más viva que nunca dentro del PAN y no piensa soltar la estafeta del liderazgo estatal —ni del proyecto rumbo a 2027—.
La gobernadora, con su ya conocida retórica de firmeza —“Chihuahua no se rinde, no se dobla y mucho menos se entrega”—, se paró frente a más de 20 mil asistentes en la Plaza de Armas, justo en ese mismo sitio donde el PAN escribió capítulos emblemáticos en la década de los ochenta. Aquellos tiempos de Luis H. Álvarez y la oposición moral, donde los discursos eran de lucha por la democracia y no de defensa del presupuesto o de la marca partidista.
No fue casual que antes del mitin, Campos encabezara una guardia de honor al busto del propio Álvarez. El simbolismo fue evidente: buscar continuidad entre aquella gesta moral y el panismo institucional de hoy, que intenta resurgir tras años de fracturas internas, derrotas electorales y alianzas incómodas.
El acto sirvió para mandar varios mensajes. Primero, hacia dentro: unidad o muerte política. Campos convocó a la militancia a cerrar filas, a fortalecer un partido que, según reconocen incluso sus cuadros más fieles, perdió rumbo en el camino. Segundo, hacia fuera: el PAN de Chihuahua sigue siendo bastión y referencia nacional, tanto así que Jorge Romero, líder del CEN, y otras figuras juveniles del partido, se desplazaron hasta la capital norteña para acompañar el evento.
Maru aprovechó el micrófono para marcar distancia del gobierno federal morenista, al que acusó de haber abandonado a las familias con el cierre de programas sociales, como las estancias infantiles. “Aquí seguimos abriendo centros nuevos”, dijo, en lo que fue más un guiño al electorado que una rendición de cuentas institucional.
El discurso tuvo un tono de resistencia, casi épico: “Las causas profundas nunca mueren, germinan, florecen y transforman al país”. Una frase que, si bien busca inspirar, también intenta reconectar al PAN con su narrativa original de valores, familia y libertad, banderas que en los últimos años parecían difusas entre pleitos internos y acuerdos cupulares.
A fin de cuentas, la “marcha del relanzamiento” fue un acto de reafirmación personal tanto como partidista. Maru Campos se mostró como la jefa política indiscutible del panismo chihuahuense, y con ello, también como pieza clave en el tablero nacional rumbo a las elecciones de 2027.
El eco de la Plaza de Armas recordó los viejos tiempos del PAN opositor, aunque los vientos ahora soplan desde el poder. Y en política, eso siempre cambia el tono de la voz.
“Los espectaculares y la millonada que cuestan”
Por lo visto, el Partido Acción Nacional anda estrenando una nueva estrategia de posicionamiento político: la clonación por espectacular. Sí, porque en estos días, entre Marco Bonilla, Mario Vázquez, Daniela Álvarez y el alcalde de Delicias, Jesús Valenciano, ya no se sabe quién copió a quién, o si todos fueron a la misma agencia de publicidad con el mismo “brief” de vanidad política.
Resulta que desde la región algodonera llegó la novedad: Jesús Valenciano también apareció en los panorámicos, de ciudad Juárez y la entidad, muy al estilo de sus compañeros de partido. Y no, no se trata de un homenaje ni de una campaña institucional —faltaba más—, sino de esas “entrevistas” o “reportajes” tan casuales que aparecen justo cuando los tiempos electorales se asoman por la esquina. Coincidencias del destino, dirían algunos.
El problema no es que el PAN quiera relanzarse, sino que sus cuadros parecen más preocupados por ganar en visibilidad que en credibilidad. Cada espectacular es casi una oda a la vanidad: sonrisas blancas, poses ensayadas y frases heroicas sobre el amor a Chihuahua… mientras el resto del estado se pregunta de dónde sale tanto presupuesto para tanta lona.
Y es que los que saben de leyes electorales —y de cuentas alegres—, aseguran que esta práctica de rentar muros, bardas y panorámicos con fines evidentemente políticos viola la Ley Electoral, aunque claro, eso no parece preocupar demasiado a quienes ya viven en el modo “precampaña eterna”.
Por lo pronto, los más curiosos ya andan sacando la lupa y el sombrero de detective al estilo Sherlock Holmes, intentando seguir la pista del dinero: ¿de qué bolsillo salen esos pagos mensuales?, ¿cuánto cuesta inundar la entidad con sonrisas de Photoshop?, ¿y, sobre todo, ¿quién autoriza este derroche de “amor por Chihuahua”?
“Que el cielo bendiga… el discurso”
En la maratónica sesión de la Cámara de Diputados para aprobar el Presupuesto de Egresos de la Federación 2026, el legislador priista Tony Meléndez decidió hacer un guiño al pasado —o, según se vea, un homenaje involuntario— al cerrar su intervención con aquella frase que muchos en Chihuahua recuerdan por razones poco santas: “Que el cielo bendiga a Chihuahua”, expresión que inmortalizó, para bien o para mal, el exgobernador César Duarte.
Sí, el mismo Duarte que hoy carga más expedientes que bendiciones.
El diputado Meléndez, con tono solemne, defendió que el norte merece trato justo, que los productores, los médicos y los trabajadores públicos “no están solos”, y que Chihuahua no pide privilegios sino justicia. Palabras redondas, bien dichas y hasta inspiradoras, aunque el eco de la frase final —esa de las bendiciones celestiales— provocó más de una ceja levantada en el pleno.
Porque, seamos sinceros, usar el sello retórico de Duarte en pleno 2025 es como invocar al fantasma de los excesos tricolores del pasado. No hay discurso que sobreviva sin daño colateral. Y aunque Tony insistió en que el norte también existe y merece un presupuesto digno, el recuerdo del exgobernador terminó robándole parte del foco a su mensaje.
Con todo, el legislador no deja de tener razón: Chihuahua ha sido históricamente la región que más aporta y menos recibe. Sus productores enfrentan sequías, sus médicos atienden con carencias y sus trabajadores públicos resisten la burocracia de un sistema centralista que sigue viendo al norte como una especie de reserva fiscal.
El problema no está en el contenido, sino en la forma. En política, las palabras pesan, y las frases con pasado pesan el doble.
Así que sí, que el cielo bendiga a Chihuahua… pero que también ilumine a sus políticos, para que al menos antes de subir a tribuna revisen el copyright de las frases que piensan usar.
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