octubre 16, 2025

Timing Político

La política tiene su propio Timing

El arte de lo imposible en cien años de revolución surrealista

JUEVES 17 JULIO 2025 

PARTE 2

POR JACK RO

Este ensayo, escrito por Jack Ro, propone una lectura profunda del surrealismo como una cosmovisión vigente que trasciende su carácter estético para convertirse en una herramienta crítica, simbólica y existencial. A lo largo de cien años, el surrealismo ha evolucionado desde una vanguardia artística hacia un dispositivo de resistencia cultural, introspección psicoanalítica y cuestionamiento filosófico.

El texto explora cómo sus técnicas —como el automatismo, el simbolismo onírico y el collage— siguen influyendo en el arte contemporáneo, abordando temas como la identidad, la crisis ecológica y la espiritualidad. En este marco, el surrealismo se presenta como una actitud estética y política que desafía la racionalidad dominante, revaloriza lo invisible y lo intuitivo, y abre nuevas vías de conocimiento del ser y del mundo.

CD. JUAREZ, CHIH.– Integrar el arte, la filosofía y la psicología como medios para comprender la subjetividad humana y su entorno. Transformar la percepción de la realidad, proponiendo una cosmovisión en la que lo invisible y lo irracional tengan valor epistemológico y estético. Ofrecer una vía de resistencia cultural y existencial, que permita al individuo enfrentarse a la alienación contemporánea y buscar sentido en lo simbólico.

A lo largo de un siglo, el surrealismo ha dejado de ser únicamente una vanguardia artística para convertirse en un dispositivo simbólico de resistencia y autoconocimiento que, adaptándose a las transformaciones sociales, tecnológicas y filosóficas, ha mantenido su vigencia como una forma crítica y poética de habitar la realidad contemporánea.

Las manifestaciones artísticas del surrealismo funcionan como espejos del tiempo y de sus distorsiones: no solo reflejan la vida, sino también las profundidades del alma del artista. Sus obras son ventanas abiertas al inconsciente, al enigma y a la memoria.

Pensemos en concepto de las propuestas metafísicas en el arte pictórico, concebida como el estudio de aquello que trasciende lo físico, fue —según Aristóteles— una respuesta crítica frente a la superstición y el fanatismo religioso dominantes en su época.

Tanto artistas como espectadores nos interrogamos a menudo sobre el significado metafísico de una obra. Sin embargo, con frecuencia los creadores se enfocan más en la armonía cromática, la composición visual o las texturas de la plástica.

Creen que, en sus obras, se refleja el interior humano de forma espontánea; los simbolismos emergen sin una elaboración racional. No analizan: sienten, intuyen, perciben y se permiten imaginar con libertad.

La metafísica no representó solo una búsqueda de la verdad más allá de lo empírico, sino también un ejercicio de autocrítica frente a las dolencias internas que aquejan al ser humano.

En ese sentido, puede interpretarse como una revolución patológica de lo existencial y lo ontológico. El existencialismo, por su parte, propone un regreso al “yo” con el propósito de sanar las heridas heredadas de la historia.

Desde esta perspectiva, el psicoanálisis se convierte en una herramienta para explorar el pasado y comprender el presente, donde a menudo se hallan las raíces del conflicto.

Comprender ese origen permite proyectar un futuro con mayor consciencia. Este texto no pretende establecer una analogía directa con ninguna obra en particular, sino ofrecer un marco de referencia general sobre la influencia persistente del surrealismo en el arte contemporáneo.

Este análisis se enfoca en el concepto de la pintura surrealista, concebida como un espejo simbólico que posibilita la ensoñación interior y la vigilia transformada.

En este contexto, se genera una atmósfera semiótica en la que el arte trasciende la estética formal y se convierte en un territorio propicio para el ejercicio del pensamiento crítico y la interpretación profunda.

El propósito es aprehender la esencia del surrealismo no únicamente como manifestación artística, sino como una cosmovisión integradora que configura la mirada del creador frente al mundo y a sí mismo.

Desde el psicoanálisis, el arte surrealista incorpora herramientas conceptuales que permiten una incursión en las zonas más recónditas del inconsciente: la pulsión, el deseo, los arquetipos y los sueños, concebidos como portales hacia realidades alternas.

En contraste, la filosofía proporciona un instrumento especular que no refleja de manera literal, sino que distorsiona, subvierte y tensiona lo real. Así, invita a una exploración dialógica entre razón y verdad, orientada hacia el conocimiento del ser y de su entorno.

Artistas como Salvador Dalí, Leonora Carrington, Remedios Varo o Max Ernst no se limitaron a representar lo inconsciente: lo habitaron plenamente. Tal inmersión alteró las categorías convencionales de percepción —incluidas las relativas a la divinidad, el sujeto y la realidad— provocando una reconfiguración ontológica del mundo interior y exterior.

En el siglo XXI, si bien el neo – surrealismo ya no opera como un movimiento cohesionado ni con manifiestos colectivos, su legado persiste como una corriente subterránea en el arte contemporáneo.

Numerosos artistas contemporáneos se apropian de sus técnicas —como el automatismo, el collage o el simbolismo onírico— para abordar problemáticas actuales: la ansiedad, la identidad, la tecnología, la crisis ecológica o la espiritualidad.

En este marco, creadores como Mary Reid Kelley, Sailev o Jean-Marie Gitard no sólo reinterpretan el lenguaje surrealista, sino que lo transforman en un medio para explorar el caos moderno y la búsqueda de sentido.

El onirismo expandido actual ya no busca escandalizar como lo hacía en sus orígenes. Su propósito ha evolucionado hacia nuevas funciones, entre las que destacan tres dimensiones, primero un refugio simbólico frente al dominio de la razón instrumental, que revaloriza lo intuitivo y lo poético; una crítica social y ecológica que denuncia las formas contemporáneas de alienación y destrucción; y una exploración del yo como vía de conocimiento existencial más allá de la racionalidad hegemónica.

La persistencia del Surrealismo eco-visionario: que une lo inconsciente con crisis ecológicas y visiones de futuros alternativos.en el imaginario artístico del siglo XXI confirma su potencia transformadora y su adaptabilidad frente a contextos históricos cambiantes.

Aunque disuelto en las formas contemporáneas del arte, su espíritu se mantiene vigente como un catalizador de la imaginación, la crítica y la introspección. Lejos de haber desaparecido, el surrealismo ha mutado en una actitud estética y política que sigue desafiando los límites de lo real, abriendo grietas en el muro de la racionalidad dominante para dejar entrar lo inexplicable, lo simbólico y lo profundamente humano.

Comparar el surrealismo con los movimientos artísticos contemporáneos es como hacer dialogar los sueños con los datos, la intuición con la crítica social.

Esta sección propone un análisis comparativo entre el surrealismo y otras corrientes actuales —como el arte conceptual, el ecofeminismo artístico, el arte digital/post-internet y el arte performático— para evidenciar cómo el legado surrealista sigue operando como una matriz simbólica en el arte del siglo XXI.

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