Cartapacio
LUNES 20 OCTUBRE 2025
Después de 73 años de sostener el mismo logotipo —ese círculo azul que parecía más sello de agua que emblema de ideas— el Partido Acción Nacional ha decidido que su problema no era de fondo, sino de forma.
Que lo que le faltaba no era ideología, ni estrategia, ni credibilidad, sino un rediseño gráfico. ¡Eureka! El Photoshop como herramienta de redención política.
El PAN, tras su estrepitosa caída electoral con la alianza transgénero (esa tríada improbable con PRI y PRD que parecía más experimento de Frankenstein que coalición electoral), ha optado por relanzarse. ¿Cómo? Con un nuevo logo y la promesa de que ahora sí, ahora sí, defenderán “la patria, la familia y la libertad”.
Como si esas palabras no hubieran sido ya exprimidas hasta el tuétano por cada partido que busca disfrazar su vacío programático con retórica patriótica.
Jorge Romero Herrera, en su papel de director de escena, dio el banderazo de salida a esta nueva etapa con una marcha en la Ciudad de México.
Una marcha que, según sus palabras, no solo relanza al PAN, sino también “la esperanza de millones de familias mexicanas”. Qué generoso. Qué visionario. Qué profundamente ingenuo.
Porque si algo ha quedado claro en esta metamorfosis azul es que el PAN no ha entendido que cambiar el logotipo sin cambiar el libreto es como pintar de blanco una casa infestada de termitas.
El problema no es el color del empaque, sino el contenido rancio que lleva dentro.
No hay renovación ideológica, ni autocrítica, ni propuestas frescas. Solo el mismo discurso de siempre, ahora con logograma y tipografía nuevos.
Pensar que el relanzamiento de un partido político puede lograrse con un cambio de imagen es como creer que un actor fracasado puede conquistar Hollywood con una nueva foto de perfil.
Es la imagen «nueva» de Adal Ramones con su rostro desfigurado por el bisturí en un mal refrito de la Casa de los Famosos, llamado: LA GRANJA.
El PAN parece convencido de que el electorado es tan superficial como su estrategia: que basta con un nuevo logo para borrar años de alianzas contradictorias, escándalos internos y una desconexión crónica con la ciudadanía.
Pero no. El envase podrá ser nuevo, pero el contenido sigue siendo el mismo: un partido que no sabe si quiere ser oposición, bisagra o decorado. Que se aferra a valores abstractos mientras evita el espejo ideológico. Que confunde marketing con metamorfosis.
Y así, mientras el PAN se reinventa en el PowerPoint, México sigue esperando partidos que se reinventen en el pensamiento.
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