SABADO 1 NOVIEMBRE 2025
El 2027 puede parecer lejano para el ciudadano común, ese que todavía está viendo cómo llegar a diciembre con el aguinaldo intacto o cómo esquivar los baches del día a día. Pero para los suspirantes a la gubernatura de Chihuahua, el futuro ya comenzó. Y no con discursos, sino con bardas, lemas y asociaciones civiles que, curiosamente, tienen más aroma a campaña que a filantropía.
Esta semana, el mensaje “Amor por Chihuahua” comenzó a asomar discretamente —aunque no tanto— en redes y muros, como una especie de carta de presentación de una asociación civil que, según los malpensados, serviría como plataforma para la secretaria del Bienestar, Adriana, o para alguien muy cercano a su círculo político. No es un secreto: en la política moderna, los movimientos “ciudadanos” suelen ser el primer ensayo del jingle electoral.
Por si fuera poco, ayer el secretario estatal de Seguridad Pública, Gilberto Loya, se sumó al desfile de mensajes con su propia versión del “ya casi empieza”: bardas con el lema “aGILizante lo construimos juntos YA”, donde el uso del “GIL” en mayúsculas no deja duda de quién firma la idea. La silueta del estado y los colores azul y blanco del PAN completan el mensaje: “no estamos en campaña, pero si lo estuviéramos, así se vería”.
Y aunque oficialmente aún falta tiempo para los destapes formales, la lista de quienes ya figuran como aspirantes crece más rápido que la inflación: Andrea Chávez, Juan Carlos Loera, Cruz Pérez Cuéllar, Marco Bonilla, Mario Mata y hasta Daniela Álvarez ya suenan en las mesas políticas, cada quien, afinando su estrategia, su eslogan y sus aliados.
No se descarta tampoco a Mayra Chávez, delegada del Bienestar, quien ha dicho estar “a la orden”, sin bardas ni espectaculares… por ahora. Porque en Chihuahua, todos saben que el silencio previo a las campañas suele ser tan ruidoso como una barda recién pintada.
Así que mientras el ciudadano común piensa en cómo cerrar el año, los políticos ya corren el maratón del 2027, con paso “institucional”, sonrisa de foto oficial y el espray de pintura todavía fresco en las manos.
El “informe” que olía a destape
Tal y como se había dicho en los pasillos del PAN, Sergio Nevárez prácticamente se destapó como aspirante a la presidencia municipal de Juárez. No lo dijo con todas sus letras, claro —porque la ley electoral todavía no da permiso—, pero el mensaje entre líneas fue tan claro que ni el más distraído se confundió.
Y es que el evento en el gimnasio del Bachilleres no fue cualquier cosa. Nadie esperaba semejante lleno: unas 4 mil personas, según los cálculos más conservadores. Ni el mismísimo “Jefe de Jefes” logró tal convocatoria en su último concierto de la Expogan. Aquello fue una mezcla de informe institucional con sabor a campaña y perfume de precandidato.
El respaldo político también habló por sí solo. En primera fila, los nombres pesaron más que el discurso: Francisco Barrio, Ramón Galindo, Gustavo Muñoz Hepo, Sergio Madero… toda una pasarela de panistas de la vieja guardia. También desfilaron funcionarios estatales de primer nivel: Santiago de la Peña, José de Jesús Granillo, Gilberto Loya, y Mario Mata, director de la JCAS, sin olvidar la presencia del exalcalde priísta Enrique Serrano, que levantó más de una ceja entre los asistentes.
Unos fueron a escuchar el informe; otros, simplemente a dejarse ver. Ya sabe cómo es esto de la política: el que no enseña, no vende. Y en ese escenario, todos querían que los vieran.
El evento tuvo un formato moderno, con luces, pantallas, música y un guion que no dejó nada al azar. Se notó la mano de expertos en marketing político más que de burócratas. Sergio arrancó un poco nervioso —voz temblorosa, manos inquietas—, pero conforme avanzó el acto, se fue soltando. Hizo un par de bromas, tiró guiños al público, y cuando terminó, el mensaje estaba más que decodificado: el “conta” quiere ser alcalde, y lo quiere en serio.
Organizar semejante evento desde una dependencia descentralizada como la Junta Municipal de Agua y Saneamiento no es cosa menor. Logística, convocatoria y mensaje bien medidos. El resultado fue claro: rendir cuentas “institucionalmente”, pero dejando la puerta abierta al proyecto político.
Tras este “informe”, en los pasillos panistas ya nadie duda que Sergio Nevárez se ha colocado al frente en la carrera por la candidatura municipal. Falta mucho por recorrer, pero el banderazo ya se dio.
Y como buena serie política, esto apenas es el primer capítulo. Así que no le cambie de canal, porque la novela azul en Juárez apenas empieza… y promete drama, intriga y más de un plot twist.
Pleitos, baches y ruinas
No termina uno de enterarse de los tiros entre el director ejecutivo de la J+ y el alcalde, cuando ya tenemos otro round en el cuadrilátero político de Juárez. Ahora, el presidente municipal Cruz Pérez Cuéllar se soltó en un encontronazo con el “capi Centinela” Gil Loya, secretario estatal de Seguridad Pública. Aquí nadie se aburre, eso que ni qué.
Primero el alcalde y Sergio se meten de lleno en una guerra de declaraciones, donde ninguno quiere dar su brazo a torcer. El pleito parece un bucle sin fin: mientras Nevárez defiende su gestión desde la Junta de Agua, Pérez Cuéllar lo acusó de andar más metido en campañas mediáticas que en tapar baches -Tal Cual lo aseguró la J+ que lo está realizando- . Y como buen político, el “conta” le regresó el golpe, invitándolo muy cordialmente a recorrer las obras “para que vea lo que sí se está haciendo”. Puro amor institucional.
Pero lo jugoso vino después. Hace días, el alcalde decidió subirle el volumen al pleito, pero ahora no con Nevárez, dijo que estaba en dudas si se termina la Torre Centinela para este año y esa bomba fue directa al Secretario de SSPE, además los acusó de estar politizando la seguridad pública.
Y para no dejarlo en palabras, el capi apareció en la Presidencia Municipal con un oficio en mano, invitando a Pérez Cuéllar a recorrer la famosa Torre Centinela —ese monumento a la polémica que ya debería tener su propia serie documental—. La sorpresa fue que Loya llegó acompañado por los dirigentes del PAN de Juárez, Ulises Pacheco, y de Chihuahua, César Komaba, ambos en la nómina estatal de la SSPE. Una coincidencia que al alcalde le supo a “movida política” y no dudó en calificarla como “una perversión”.
La cosa escaló cuando Pérez Cuéllar insinuó que podría presentar una denuncia por peculado contra Loya, bajo el argumento de que no se puede ser juez y parte: funcionario público y dirigente partidista a la vez.
Y como si faltara chispa, al recibir la invitación para visitar la Torre Centinela, el alcalde soltó una joya que se ganó aplausos en redes:
“Para visitar ruinas, prefiero visitar las ruinas de Paquimé.”
Una frase digna de antología, que pasará al catálogo de indirectas políticas con sello juarense.
Entre dardos, declaraciones picantes y amenazas de denuncias, la política local se ha vuelto un reality show donde todos quieren la estrellita del episodio, pero pocos recuerdan el guion principal: hacer que la ciudad funcione.
Mientras los políticos se pelean por los baches tapados y los méritos inflados, los ciudadanos seguimos esquivando hoyos —en el pavimento y en las promesas—, esperando que la seguridad y el sentido común no terminen también convertidos en ruinas.
Así las cosas, en el ring político de Juárez, donde los baches no se tapan, pero las indirectas vuelan a ras de suelo.
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