Por: Corina Hernández.
22 de agosto 2011
Siempre había tenido la curiosidad de qué era un temazcal, ya que mis compañeros lo mencionaban y decían que era como volver a nacer, entonces yo deseaba sentirlo ya que había estado trabajando con mi persona principalmente con el “EGO” y necesitaba más ayuda, entonces me explicaron que era un ritual de medicina sagrada, el cual se hacia dentro de un domo.
El abuelo Juvenal había venido a Juárez precisamente a llevar a cabo el temazcal, en casa de Alba Luz, quien trabaja con la medicina tradicional mexicana. Ambos en conjunto con la abuela esposa de juvenal realizaron el ritual. Ese día llegamos a casa de Alba Luz nos recibieron muy amables, entramos y vimos todas las cosas que traía el abuelo Juvenal, cuarzos, geodesas enormes y hermosas, instrumentos musicales, hiervas, etc.. Aparte tenía un altar.
Estuvimos platicando con él gran parte de la tarde hasta que llegó el momento de entrar en el domo. Salimos al patio y nos formaron en fila, como íbamos entrando nos íbamos sentando. Recuerdo que sentí claustrofobia, ya que me toco en el centro del domo, pero me controle no podía escapar, ya estaba allí, adentro el suelo era tierra mojada, el domo estaba hecho de palos de bambú, tapados con cobijas. Ya adentro, nos dieron las instrucciones y dijeron que ya no saldríamos hasta el final, sentí un nudo en el estómago ya que estaba totalmente oscuro y cerrado.
Inicio el ritual introduciendo unas piedras calientes llamadas las abuelitas luego les echo agua lo cual me dio pavor, ya que el vapor que salía de las piedras era muy caliente y sentía que me asfixiaba tenía miedo de morir allí mismo, pues no podía respirar tenia claustrofobia y no veía nada solo sentía el vapor caliente en mi cara y cuerpo. Me tranquilice y comencé a respirar el aire frio que se juntaba en la parte de arriba del domo, y me di cuenta que si podía respirar que no moriría allí.
Luego de que me relajé comenzaron los cantos. Juvenal tocaba el tambor mientras cantaba y nosotros repetíamos lo que él decía, repentinamente comencé a ver y sentir (en mi mente), como todos nos convertíamos en apaches teníamos penachos, taparrabos, instrumentos musicales y cantábamos alrededor de las abuelas, era el éxtasis atreves de la música nos uníamos en un solo ser me sentía un ser muy amado como si todo el universo fuera parte de mí y yo de él.
Durante el ritual hubo un momento en el que me convertí en una águila, y emitía unos sonidos que salían desde dentro de mi cuerpo eran unos sonidos involuntarios, y comencé a volar mientras veía como mis compañeros danzaban alrededor de las abuelas. Llego un momento en que mi cuerpo estaba hirviendo con tanto calor, en eso abrieron la puerta y comenzaron a darnos agua, bebimos suficiente agua y te. Al final juvenal comenzó a echarnos agua a todos, sentí un gran alivio con el agua fría cuando cayó desde mi cabeza, era como si cambiara de piel, como si me limpiara todo lo que traía cargando, me sentí liberada, libre.
Al terminar el ritual, salimos del domo. Afuera nos echaron nuevamente agua fría, ya era de noche y estaba fresco pero el agua no me incomodó para nada. Caminé para ir por mi toalla, sentía como si flotara, como si gran parte de mí se hubiera quedado en el domo. Estaba tranquila, relajadísima, y muy contenta. Era más que nada un sentimiento de libertad, estaba en armonía con el universo.
Nos dijeron que al siguiente día continuaría el ritual, así que por la tarde ya estábamos allí presentes. Esta vez fue diferente, Juvenal nos regaló cuarzos muy hermosos, estuvo hablando de sus experiencias durante el trabajo que el realiza y nos dio las instrucciones de lo que íbamos a hacer. Primero nos pidió que pusiéramos las manos en unas piedras que traía llamadas geodesas, a una le dejaríamos lo que ya no queríamos cargar y a la otra le pediríamos lo que nosotros quisiéramos, luego procedió a hacernos un desalojo (se refiere a limpiar las malas vibras) a cada uno.
Antes de comenzar el ritual nos dieron las instrucciones de que no nos preocupáramos que nos estarían cuidando, y que cada quien trabajara en su persona, entonces yo pedí trabajar con mi “EGO” (grave error, no sabía lo que me esperaba). Dijeron que no abriéramos los ojos ya que muchos iban a comenzar a hacer movimientos y no querían que nos distrajéramos.
Al comenzar el ritual dijeron unas palabras y unos cantos y procedieron a darnos un brebaje llamado “ayahuasca”. Al principio no sentí nada, pero luego me dieron muchas ganas de vomitar, la abuela estaba vigilando a todos y le dije lo que sentía y me contesto que respirara que aguantara un poco más que no la vomitara, le dije que ya no podía que iba a vomitar, entonces me dio una bolsa y me dijo que vomitara allí, me dio más asco y le dije que no, que yo no vomitaría allí, que quería ir al baño, me dijo que estaba bien y me acompaño, ya que con el efecto no sabían lo que podía pasar.
Entre al baño y vomite, quise cerrar la puerta pero ella no lo permitió me sentí enojada “¿Qué le pasa a esta señora, acaso se cree dueña de mi vida? pensé”. Aquí es donde comenzaba mi trabajo con el EGO, le dije que necesitaba hacer del baño, me contestó: “no importa así deja la puerta”, y le respondí ya con tono más alto, “pero ¿por qué?” Y ella con voz de mando dijo: “porque así tiene que ser”.
Como ya no tenía fuerzas ni para hablar, por el efecto de la ayahuasca, no me quedo de otra que sentarme e intentar hacer algo, que claro nunca salió. Me extraño que me dijo “libéralo todo, déjalo que salga”, ¿cómo podría hacerlo con ella viéndome?, me tape los ojos “para que ella no me viera”, y solo pude orinar. Luego me acompaño nuevamente a mi lugar y me senté y me quede tranquila, ya sentía el efecto cada vez más. Los abuelos nos dieron nuevamente un poco más de brebaje para que pudiéramos trabajar a profundidad con lo que habíamos pedido.
Luego de tomarla todos nos pusimos cómodos y cerramos los ojos. Comencé a sentirme muy relajada luego de un rato, no sé por qué abrí los ojos y comenzó a darme mucha risa, pero una risa que no era mía, no la podía controlar, comencé a ver que los demás se comportaban de manera extraña y me daba más risa. Para mi sorpresa la abuela se acercó y me regañó, dijo con voz de mando: “respeta el trabajo de tus compañeros, trabaja en tu persona”, luego me ordenó con voz fuerte: “¡cierra los ojos, cierra los ojos!”.
Mientras me echaba humo de su sahumador con una pluma, me quede sin poder hablar ni moverme. Fue allí donde comenzó mi infierno. Comencé a entrar a un tipo de película de terror (parecido a la película de la naranja mecánica, cuando el joven esta sin poder moverse y con los ojos abiertos) y comencé a verme desde que era niña en todas las situaciones en las que eran los peores momentos de mi vida, y así fui recorriendo cada momento en el que mi EGO era el principal protagonista. Tenía sentimientos de odio, rencor, coraje, envidia, miedo, celos impotencia todo lo peor que podía sentir estaba allí; quería despertar, ya no podía soportar más todo eso en un solo día, por más que intenté, ni siquiera podía abrir los ojos, quería gritar, llorar, patalear pero nada de eso podía hacer, mi cuerpo no me respondía, por un momento pensé que ya no regresaría y sentí pánico, era horrible estar viviendo todo eso.
Cuando por fin desperté solo me quede mirando hacia una figura de barro que estaba enfrente de mí, y por un momento no recordaba nada, solo tenía una sensación rara, como si ya no fuera yo si no alguien que acababa de llegar a la tierra.
Pero allí no terminaba todo. Al finalizar el trabajo la abuela comentó con todos los que estábamos allí lo que me había sucedido, que permití que un ser se apoderara de mí, al abrir los ojos y no seguir las instrucciones, eso me llenó de mucha vergüenza, mi cara estaba más roja que un tomate, me dijo cosas que nadie me había dicho y que eran muy ciertas a pesar de que yo pensaba lo contrario. Dijo que tenía que ser fuerte, que no debía dejarme vencer tan fácilmente, ni permitir que cualquiera se apoderara de mi persona. Ya no sabía ni que pensar ni que decir, así que opté por solo quedarme callada y escuchar atenta todo lo que me decía.
Ya al terminar solo quería salir huyendo de allí, era demasiado como si le hubieran dado una paliza a mi alma, como si la hubieran sacudido hasta quitarle la última partícula de polvo. Camino a casa sentía como aun me dolía el corazón, pero con la convicción de que lo que no te mata te hace más fuerte… y yo había sobrevivido.
TIMING POLÍTICO.
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