POR: GIL MIRANDA
No ha cambiado nada. La situación del país no es mejor, pero tampoco es peor. Los resultados positivos o negativos de una nación no recaen en una sola persona. Además, es demasiado pronto para evaluar un mandato de 6 años en donde influyen factores internos y externos, y en tan diversas áreas de trabajo como la economía, la seguridad, la salud, el empleo, entre tantas.
Sin embargo, está claro que existe un error de inteligencia en la estrategia, que está provocando falta de coordinación y transmisión de la información que se necesita para dirigir a la sociedad. Así, los objetivos del país son inalcanzables por la falta de eficiencia en la gestión.
El error de inteligencia en la estrategia no es por tomar la decisión equivocada que imposibilita alcanzar el bienestar de la sociedad, ese no es el error porque incluso tomar una mala decisión, pero teniendo un poquito de suerte se puede convertir en una buena decisión.
El error consiste en pensar que una sola persona o que una sola organización es capaz de acumular toda la información necesaria para tomar la mejor decisión en todos los aspectos de la sociedad. Ese error está basado en la arrogancia de sentirse moral e intelectualmente superior.
Para progresar se requiere la máxima libertad posible y un entorno que permita el desarrollo del potencial de las personas: educación, alimentación, seguridad, justicia, trabajo. Mientras no se tenga un entorno con las condiciones necesarias, el pueblo no será sabio ni bueno. Y para eso se necesita una estrategia inteligente.
Esta opinión está basada en el libro “La fatal arrogancia”, escrito por Friedrich August von Hayek quien fue filósofo y economista austriaco, que se distinguió por su pensamiento libertario (basado en el respeto incondicional hacia el prójimo) y en sus críticas a los gobiernos intervencionistas con economías (mal) planificadas de pensamiento socialista.
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