
POR JACK RO
CD. JUAREZ, CHIH.- La Lista es un monólogo de la escritora canadiense, Jennifer Tremblay, describe el contexto de la psicología milenaria de la sociología de la antropología de la mujer que fue enajenada de su naturaleza humana y emancipada por el servilismo opresor de los roles sociales impuestos por una cultura heredada.
Por valores injustos que lascivamente contradicen sus pensamientos, ante un espejo en una profunda soledad que enfrenta ella con su memoria contradictoria en el soliloquio de su diálogo en relación con los seres queridos que forman parte de sus actividades y de sus sentimientos a través de los días, y que quizás solo existen en su mente).
Es una obra de una tragedia neoexistencialista, dirigida por Cesar Cabrera y con la primera actriz del reparto, Guadalupe de la Mora, una de las actrices más destacadas de las últimas décadas del teatro juarense, con un historial de obras puestas en escena inimaganibable, ella es parte de la compañía Telón de Arena.
La protagonista de esta historia sabe que el manejo de una lista es una actividad compleja, pues no todos los elementos que la componen tienen la misma importancia. Pasa sus días entre lavar sábanas, sacar abrigos de invierno, barrer hojas, descongelar el pollo, cocer a fuego lento las verduras, vestir a los niños y otras tareas cotidianas que cumple al pie de la letra.
Sin embargo, ninguna de estas actividades ahoga la culpa que siente por la muerte de Carolina, es por eso que modificará para siempre su lista de tareas urgentes. ¿Cuál será el resultado?
-Soy responsable de su muerte – No trato de decir que si no me hubiera cruzado en su camino ella no estaría muerta – Me crucé en su camino para evitar que muriera – Ella está muerta – Fallé en mi deber – Me faltó rigor – Me faltó disciplina – Hay mucho que hacer en un día….
Esta obra se desarrolla en un pueblo imaginario, donde una mujer empieza en un paraíso utópico a recordar reflexivamente a recorrer los pasos de su vida cotidianidad en el tiempo, en relación con el entorno de su hogar, el cual no está de acuerdo interiormente por la ausencia de Carolina.
Se auto refugia en una soledad entre los fetichismos de su lista que carecen de sentido en esos momentos, es posible que ella sea la misma persona, pues el estado relativo de sus memorias (monólogo), se entrelazan con sus pesadillas, los yoes de ella, pueden ser sus propias fantasías que se vierten en sus ilusiones y la devastan en emociones producto, del ser y el no ser, que vive una persona cuando está en el caos perpetuo por lo que se siente lástima y expresa esa amargura.
Siendo ella, una persona inteligente y consciente de serlo, empieza en un monólogo a recapitular las emociones de su relación con una serie de condicionamientos sociales que están basados en unas tareas creadas por una sociedad cruel, que la lastiman interiormente y de la que no siente por ella ningún estado de amor a sí misma.
Jennifer Trembla, muestra una realidad muy cruda, pero muy real, para muchísimas mujeres que se conforman, y que nunca se atreven a buscar su libertad. ¡Las mujeres deben de luchar por su felicidad y buscarla! ¡No conformarte con lo que te vas dando la vida! salir de la pasividad y el conformismo.
Dentro de la trama los personajes cambian, son remordimientos o quizás estados de soliloquios que ella vivencia en sus fantasías que la lastiman porque no encontró formas de liberación, cada recuerdo, cada palabra, era una cadena de azotes a su conciencia, donde la más profunda soledad caótica invadía todo lo que ella era, entre el pasado de estar aquí o de estar allá.
No tenía vida propia, todo giraba en torno a las necesidades de otros, la familia, (llama arpías a su relación femenina, porque sentía que eran mujeres malvadas las de su comunidad) su preocupación era servir a los demás (los personajes cercanos a su vida), que dependían de ella, mientras que su confusa cabeza, le preguntaba ¿para qué? ¿por qué? ¿Quién soy?
Con problemas ontológicos de fondo, su existencia se difuminaba en la infelicidad por depender de alguien para ser feliz en una vela sin luz que se apagaba lentamente sin razón de ser en el vacío de un laberinto oscuro.
El tiempo, es la cárcel de una mujer inteligente que ve lo que la mayoría de las mujeres de una provincia viven, en los roles sociales que las forman para ser madres, tener hijos y que su vida gire en torno a una serie de felicidades que la atan a una cárcel, donde ella es absorbida totalmente a tal grado que en los momentos la desesperación la agobian, la asfixian, la destruyen.
La mujer es un mar de responsabilidades de la que ella misma es ajena, le fueron impuestos por las costumbres, incluso ella misma desconoce si la libertad de un ser es pensar, la envidia de otros es el refugio de sus pensamientos que la llevan a pensar que eso es la realización para ella, en momentos se da cuenta que no ama que su relación política solo era de unos cuantos, que no tenía amigos, su relación con los demás no existía, no había otros detrás de los vidrios de la ventana de su hogar.
El caos, la confusión, la actividad de la responsabilidad de pensar en los otros, antes que de ella misma, la van aniquilando interiormente, se da cuenta que su felicidad es hacer feliz a otros, pero eso no la hace sentir ser feliz, la libertad la búsqueda la aventura el deseo del placer de vivir el descubrir son experiencias que ella no experimentó nunca.
La amargura, la soledad, el compromiso de la carga de responsabilidades externas la hunden en una profunda soledad, que la arrastra a una muerte en vida, y ya en su viaje por la eternidad, desea tener una segunda oportunidad para corregir con una resurrección la ingratitud de la vida.

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