Por: Jesús Avila Ventura.
Sale de cancha Peña y entra López.
Antes de proseguir con la lectura de este artículo, les advierto que deben de ser unas personas de mente abierta y demócrata. Que deben tener un juicio libre de todo fanatismo y apasionamiento político-partidista, y que los deba impulsar un verdadero interés por sacar adelante a México; de lo contrario, no sigan esta lectura.
En son de broma siempre se dice que existe un gran misterio en el caso de los calcetines perdidos, que tras cada lavada se pierde uno de cada par y terminamos tirando el segundo a la basura pues ya no es útil.
Pues bien, se llegó la hora, Andrés Manuel López Obrador ya es Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Ganó la primera Magistratura con un fuerte apoyo ciudadano, el cual alberga la esperanza de que este presidente si cumpla sus promesas, si lleve a cabo esa cuarta transformación que el país necesita, que cambie las estructuras desde la raíz e implante un nuevo sistema político basado en la honestidad, legalidad, justicia social, efectividad y respeto a los derechos humanos.
Un video en las redes sociales en el que aparece un joven ciclista que le da alcance al carro donde viaja López Obrador y en donde, con voz agitada, le grita “en ti confiamos”, resume el sentir del país.(https://twitter.com/twitter/statuses/1068961462482161664)
En contra parte, sale del gobierno Enrique Peña Nieto, el expresidente con el más bajo índice de aprobación ciudadana con un 24 % (pasando por 66% de Zedillo, 59% de Fox y 53% de Calderón); con la inseguridad y la corrupción como los problemas que más afectan su evaluación, según una encuesta de Consulta Mitofsky
Como es natural, en este relevo del poder hay triunfadores y derrotados, y por ende, estos últimos asumen una actitud agresiva y de total desaprobación para el ganador, aun cuando éste apenas se encuentra en sus primeras semanas de haber tomado el poder. Los perdedores dan por un hecho de que si el anterior gobierno no sirvió, y como tampoco es de sus mismas siglas partidistas, entonces hay que desecharlo, cual calcetín huérfano que ya no sirve.
No digo que se le aplauda todo al nuevo gobierno, si comete errores hay que señalarlos para que los corrija, o en su defecto, demandarle al presidente López Obrador que se someta a la revocación de mandato a los dos años si no da el ancho, tal como el mismo lo prometió
Y volviendo a la metáfora del calcetín perdido, a veces es bueno no desechar de inmediato al que nos queda, ya que posteriormente el calcetín faltante podría aparecer en alguna parte y se podría volver a juntar el par. Eso mismo es lo que debemos hacer con este nuevo gobierno; de antemano no demos por un hecho que esta nueva presidencia será igual de corrupta e inepta que las anteriores. Que no se ataque por sistema, por el puro interés mezquino de obtener un futuro triunfo electoral.
Si en verdad al resto de los partidos los mueve un interés genuino por sacar a México de esta crisis económica, política y social, no asuman el papel de verdugos, sino de vigilantes ciudadanos, y no solo no pongan piedras en el camino, sino coadyuven en lo que se pueda desde sus trincheras para reconstruir este país.
Suena muy ingenuo y utópico de mi parte, pero dicen también que en el pedir está el dar. Ojala que conforme avanza este nuevo sexenio podamos juntar este par de calcetines, y no lleguemos al final recogiendo pedazos de un México destrozado por los interés mezquinos de los partidos y demás actores políticos.
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