
POR: DR. VÍCTOR GARCÍA MATA.
No hay mucho de positivo en el Día Internacional d la Mujer. En la emblemática fecha se hace una serie de manifestaciones y eventos, pero pasado el día las cosas retornan a su nivel y sigue la situación como estaba antes. Ellas tendrán que esperar otro año para manifestarse y lograr algunos avances, pero la esencia del problema sigue siendo el estado patriarcal (como se ha dicho recientemente), que en términos más conocidos son el estado y la cultura machista.
A nivel nacional las protestas se dieron, pero con una represión tal, que las mujeres difícilmente saldrán en actitudes agresivas en un futuro. El 8 de marzo varias activistas fueron detenidas en Aguascalientes, en la ciudad de Chihuahua y otras partes del país, pero la agenda de género sigue pendiente en el resto de la república. Si bien es cierto que se logró legislar en el Congreso de la Unión para que el salario sea igual entre hombres y mujeres, en los estados la situación sigue siendo crítica, por ejemplo, la agenda en torno al libre derecho a decidir sobre su cuerpo no se ha logrado en 29 estados y solo se aprobó en Oaxaca y en la Ciudad de México.
Los feminicidios siguen a todo lo que da y los políticos machistas siguen denostando la lucha de las mujeres. Gran cantidad de profesores de diferentes instituciones, sobre todo de educación superior, hicieron bromas sobre las mujeres. Hubo el caso de un profesor de la UNAM que amenazó con desaparecerlas y se burló de sus luchas; hubo otros que fueron sancionados por sus comentarios, pero sigue prevaleciendo esta situación de minimizar las luchas feministas.
Los acontecimientos en el Zócalo hicieron que se polarizaran las manifestaciones: se volvieron más radicales las activistas, pero también los hombres y las otras mujeres, quienes expresaron con dureza ataques a las luchas reivindicativas de los derechos de las mujeres.
En Ciudad Juárez hay un proceso similar. Por una parte, las desapariciones de mujeres están a la orden del día; por otra, existe el peligro de que el sacerdote Aristeo Baca, procesado por violación a una menor, sea liberado en base a las presiones y recursos que está metiendo la defensa, misma que llamó “feminazis” a los grupos que apoyaron a la familia de la niña abusada. Aunque ya se dictó la sentencia, la defensa llevada por el abogado Maclovio Murillo sigue tratando de liberar al clérigo.
La impunidad da pie a que se sigan cometiendo los abusos, como en el caso de la exregidora Irma Medrano, quien fue maltratada por el alcalde con licencia Armando Cabada; este lo denunció ante las instancias de derechos humanos, pero no tuvo éxito. Igualmente, el mismo Cabada maltrató de palabra a la regidora Amparo Beltrán, y eso no ha tenido consecuencias para él. El sistema patriarcal está del lado del varón.
Los actores que toda la vida han denigrado a las mujeres siguen trabajando en las televisoras con toda normalidad, hasta tienen éxito; lo tuvieron en su tiempo y aún siguen siendo personajes relevantes, aunque recientemente ya se haya criticado, por ejemplo, a Víctor Trujillo (Brozo), quien se encargó de denigrar a la mujer en sus múltiples programas de doble sentido, satíricos, pero con alta carga misógina y sexista.
Por otra parte, en las protestas, gran parte de las feministas se encargó de atacar al gobierno federal, pero no a la iglesia católica, que como institución ha sido además de protectora de curas pederastas, ferviente opositora a las luchas feministas y de las relaciones entre personas del mismo sexo. Las protestas del pasado 8 de marzo se enfocaron a Palacio Nacional, pero no a la Catedral, y se olvidaron los grupos que este es un símbolo de la opresión femenina.
La lucha sigue, ya está cobrando fuerza la propuesta conocida como “cultura de la cancelación”, que entiendo se trata de retirar el apoyo o “cancelar” a las instituciones o personas que hayan hecho o dicho algo ofensivo o cuestionable en contra de las mujeres. Existen instancias opresoras, algunas gubernamentales, religiosas, medios de difusión, industria de la música, la televisión, el cine, etcétera, y son formas estructurales que sostienen la misoginia mundial.
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