octubre 16, 2025

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La poesía tiene senderos infinitos entre creación y renuncia

Jack Ro

LUNES 09 JUNIO 2025

La poesía es un acto de creación que transforma la realidad y la convierte en infinito. A través de la palabra, el poeta abre puertas hacia mundos desconocidos, donde lo tangible y lo onírico se entrelazan.

Sin embargo, en esa entrega, también se desvanece: la obra cobra vida mientras el creador se diluye en ella. Este texto es un reflejo de esa paradoja, donde la belleza de la poesía y la fugacidad del ser se encuentran en un mismo horizonte.

POR JACK RO

Cd Juárez Chih.- Este texto poético es una exaltación de la poesía como fuerza creadora capaz de abrir caminos infinitos. A través de la palabra, el poeta transforma el mundo, dando vida a paisajes, sueños y emociones que emergen como visiones oníricas.

Sin embargo, en este proceso de creación, el autor experimenta una paradoja existencial: mientras la poesía comienza a vivir, él siente que empieza a morir, dejando entrever una entrega absoluta al arte, donde la obra adquiere autonomía y el creador se desvanece en ella.

Es un poema que oscila entre la inmortalidad de la palabra y la fragilidad del ser, evocando la relación entre el arte, el sacrificio y la trascendencia.

La poesía tiene tantos caminos como puertas y ventanas. Entinto unas palabras y, de inmediato, surgen valles y montañas, cantos de pájaros, sueños, laberintos en el fondo del mar, flores en la arena, una mujer desnuda entre la selva y, en el horizonte, el ocaso del sol mientras la luna asoma entre el púrpura y el escarlata del atardecer.

La poesía apenas comienza a vivir en los mantos de las estrellas… y yo empiezo a morir.

Jack Ro

El texto se construye sobre un despliegue de imágenes sensoriales, donde la poesía no es solo un ejercicio literario, sino un proceso de creación que transforma la realidad. A través de metáforas visuales como «laberintos en el fondo del mar» y «flores en la arena», el poeta genera una atmósfera onírica, en la que la escritura da lugar a un universo simbólico.

El contraste final entre la poesía que comienza a vivir y el «yo» que empieza a morir sugiere la idea de entrega absoluta al arte, casi como un sacrificio existencial en el que el creador se desvanece en su propia obra.

Este texto se fundamenta en diversas corrientes filosóficas y literarias que abordan la relación entre el arte, la creación y la identidad del autor.

Desde la perspectiva del existencialismo, la poesía es vista como un acto de construcción del sentido, donde el sujeto se enfrenta a su propia finitud y busca trascenderla mediante la expresión artística.

A si mismo, se puede analizar desde la óptica de Jung, quien propone la integración del inconsciente en la individuación, reflejada en las imágenes simbólicas del poema. De tal forma que el concepto de catarsis, desarrollado por Aristóteles, aparece implícito en la idea de transformación emocional a través del acto creativo.

La estructura de estas metáforas extendidas sigue una progresión evocadora: inicia con la afirmación de múltiples caminos posibles dentro de la poesía, y luego despliega una secuencia de imágenes que representan mundos creados por la palabra.

Existe una influencia del modernismo, en su estética sensorial y rica en cromatismos («púrpura y escarlata del atardecer»), así como una resonancia con el romanticismo, por su tono melancólico y su idealización del arte como algo eterno.

La última frase, donde el poeta parece desaparecer en el acto de escribir, recuerda a la tradición literaria donde el creador se funde con su obra.

Se plantea que la poesía no es solo una herramienta expresiva, sino un acto de liberación en el que el autor se disuelve en su obra. La creación artística implica una paradoja existencial: mientras la poesía cobra vida, el autor parece desvanecerse en ella, sugiriendo que la verdadera inmortalidad del arte radica en su autonomía frente a su creador.

La lirica de estos versos libres plantea una dicotomía entre la creación y la desaparición del sujeto. La poesía es vista como un ente independiente, que «comienza a vivir», mientras el poeta, paradójicamente, pierde su identidad en el proceso.

Esto evoca el pensamiento existencialista, donde el acto de escribir se convierte en una búsqueda de sentido, pero también en una entrega que diluye al individuo.

La referencia a «las estrellas» como el espacio donde habita la poesía remite a una noción casi platónica de un mundo de ideas y belleza pura, contrastando con la mortalidad del autor.

Desde una lectura de esta estructura filosófica, de este fragmento poético se puede interpretar como una reflexión sobre el poder creador del lenguaje.

El poeta no solo describe, sino que produce realidades con su escritura: montañas, mares, pájaros y una mujer en la selva surgen como resultado de la palabra.

En este sentido, el acto de escribir se vuelve casi divino, pues transforma lo abstracto en imagen tangible. Sin embargo, en el último verso, el autor reconoce que el acto de creación implica una pérdida: el nacimiento de la poesía es la muerte del poeta, como si la obra cobrara vida autónoma y dejara atrás a su creador.

En este somero pasaje literario se puede analizarse desde la relación entre el sujeto y su obra. La poesía aparece como un reflejo del inconsciente, donde emergen imágenes primordiales como el mar, la selva, la luna y el atardecer.

La escritura se convierte en un proceso de sublimación, en el que el poeta canaliza deseos, angustias y pulsiones reprimidas. La frase «y yo empiezo a morir» puede vincularse con la teoría del Yo fragmentado, en la que el acto creativo representa una disolución de la identidad, en la medida en que el creador pierde su sentido individual y se fusiona con su producción.

El escrito es un manifiesto de la poesía como creación, pero también como sacrificio. La palabra permite construir mundos, pero al mismo tiempo, el autor deja de existir en su individualidad para ser absorbido por la obra.

Es un poema sobre la inmortalidad del arte y la fugacidad del creador, donde el lenguaje se vuelve trascendental y el poeta se disuelve en su propia obra.

El documento representa la poesía como un universo de posibilidades donde la palabra se convierte en un acto de creación. A través de imágenes sensoriales y metáforas evocadoras, se construye una dimensión en la que el arte se separa del sujeto, cobrando vida propia.

En esta entrega absoluta, el autor experimenta una paradoja: la poesía comienza a vivir, mientras él, lentamente, empieza a desaparecer en su obra. Es un reflejo de la inmortalidad del arte y la fugacidad del ser.

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