
POR: DR. VICTOR GARCIA MATA.
Terminada la jornada electoral, con el descontento con uno de los actores respecto a los resultados y por no haber logrado vencer a la presunta gobernadora electa de Chihuahua, se viene el conflicto poselectoral. La gente de Morena no está conforme con el resultado electoral a favor de Maru Campos.
Como nunca las iglesias participaron en el proceso electoral: una santa cruzada contra Morena. Desde la iglesia católica hasta las iglesias evangélicas, estuvieron acusando al candidato Juan Carlos Loera, además de robarse el agua, de impulsar abortos por todo el estado. Los fieles que les siguen la corriente prefirieron apoyar a una persona con serias acusaciones de corrupción (Maru Campus), en proceso judicial, a que triunfara alguien que va contra sus relativos valores de la vida y de la propiedad privada. Aunque el candidato nunca se hubiera pronunciado por el aborto ni por el apoyo a las familias alternativas -incluso se declaró católico- no fue suficiente para estas personas ultraconservadoras.
A esta campaña de desprestigio contra Loera, como nunca, se le metió dinero: las familias más prominentes del estado decidieron a toda costa impedir la llegada de la izquierda al poder, creando falsos dilemas y diciendo mentiras repetidas mil veces, hasta que en la percepción de la gente se convirtieron en verdad.
A este proceso le podemos sumar las declinaciones de candidatos de los partidos chicos y no tan chicos. Para la clase política tradicional no era permitido que un grupo que nunca había tenido trascendencia pudiera administrar los recursos públicos del estado, siempre los poseía el PRI y luego los compartió con el PAN; ahora hubo una comunión total entre ambos, por sus proyectos y por su visión de la corrupción decidieron aliarse y se dio la declinación de la candidata priísta Graciela Ortiz en favor de la panista Maru Campos.
Los partidos pequeños solo se dedicaron a ser observadores de la contienda y ver hacia dónde se inclina la balanza (o “se calientan gordas”) y se fueron para esa parte, con la finalidad de asegurar algún puesto en la administración pública. El doctor Alejandro Díaz es un claro ejemplo de ello: lo buscó por Morena y luego por el Verde, hasta que se quedó en Fuerza por México; su único interés era acrecentar su capital económico y posiblemente logre incrustarse en la administración estatal de Maru Campos. Díaz se lanzó para conseguir trabajo en la administración, es un profesionista que tiene ingresos aceptables en su práctica privada, pero ahora le ganó la ambición y está buscando también un trabajo en el gobierno del estado.
Así como él estuvo la candidata María Eugenia Baeza García, que ni campaña hizo. En los reportes a la prensa respecto a sus actividades, era muy común que se señalara: “sin información de eventos”. Ella también declinó por la licenciada Campos.
Como se percibía, el enemigo era Juan Carlo Loera; en el debate todas y todos se lanzaron contra él, entonces puntero de la contienda electoral. Ahora hasta el partido Movimiento Ciudadano fue un elemento importante en contra de Morena, lo que se demuestra cuando vemos que en Parral, que presuntamente era territorio de este partido, María de los Ángeles Gutiérrez Valdez salió adelante en el distrito nueve por la coalición PAN-PRD-PRI; todo apuntaba hacia impedir la llegada al poder de otro movimiento distinto al del PRI y el PAN.
Me decían algunos conocidos que son de Parral y de Delicias, que Chihuahua es un estado conservador por naturaleza y que eso explica el fenómeno; sin embargo, para otros el norte es considerado liberal, con influencia de Estados Unidos. En el norte Morena ganó prácticamente todo, desde gubernaturas y congresos locales, pero Chihuahua fue la excepción.
Las causas del desenlace en la presente elección siguen alimentándose de argumentos, si es que consideramos el asunto terminado, ya que sigue el proceso jurídico de las impugnaciones y las decisiones están en los tribunales electorales, tanto estatal como federal. En los resultados seguramente también tienen mucho que ver los conflictos internos de Morena o de sus alianzas, aunque en el caso de Ciudad Juárez Loera obtuvo una descomunal votación (221,235 mil votos), mucho más alta que la de los gobernadores anteriores de Corral, Duarte y Reyes Baeza.
Pero el equipo de campaña de Loera se negó o no consideró otras tácticas que le funcionaron al PAN, como hacer cadenas de oración y dialogar con los sectores más conservadores del clero (que finalmente inclinaron la balanza a favor de Maru). Se subestimó el gran poder que tiene el factor religioso; esto servirá de lección para futuras elecciones para no menospreciar el poder de los clérigos. También hay que reconocer la ineficacia que se tuvo para contrarrestar las mentiras, en especial la de que Juan Carlos se robó el agua de los chihuahuenses (quizá la tenga en su casa), algo absurdo pero que fue fuertemente difundido; se falló en contrarrestar los datos falsos de este tema. De todo se aprende y en el futuro difícilmente se actuará como se hizo en está ocasión.
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