POR: GIL MIRANDA.
Actualmente, existen más sensores no biológicos –robots, televisiones, celulares, cámaras, radares, computadoras, ‘tablets’, etcétera– que sensores biológicos –vista, oído, gusto, olfato y tacto– como para pretender regular la transmisión de la información a través de los sistemas digitales; en el 2019 el mundo alcanzó la cifra de 40 zettabytes de información circulando por internet y para cuando termine el sexenio actual, en el 2024, la estimación es alcanzar los 135 zettabytes a nivel mundial.
Los cálculos indican que en solo 1 zettabyte se pueden almacenar un poco más de 2 mil millones de años de música –lo suficiente como para conectar al carro un iPod de 1 zettabyte de memoria lleno de canciones y viajar de ida y vuelta junto a “Claire” y “Owen” hasta la era de los dinosaurios a una velocidad promedio de 90 kilómetros por hora, para que no se ponche una llanta… sin que se repitan las canciones–; es decir que es demasiada información como para ser regulada.
En el 2017, el internet alcanzó al 49% de la población mundial, o sea que 1 de cada 2 seres humanos ciber existen y 2 mil 200 millones de personas tienen una cuenta de Facebook. Únicamente en Estados Unidos las personas utilizan alrededor de 6 horas diarias los dispositivos digitales –computadora, ‘tablet’, celular u otro– de los cuales el 78% descubren ahí los productos que posteriormente compran y además, contemplando la publicidad digital existente todavía queda una oportunidad de alrededor de 7 mil millones de dólares para invertir. A nivel global ni siquiera se calculan las cifras, pero evidentemente son todas a favor de internet y crecientes en el tiempo, lo que representa un gran negocio.
Algunas de las prendas del diseñador Tommy Hilfiger cuentan con un chip inteligente que detecta la cantidad de veces que es usada la ropa, información que posteriormente le sirve a la marca para ofrecer recompensas y regalos a los usuarios “más fieles”. Facebook cuenta con el ‘píxel’ que se instala en las páginas de internet que visitan los usuarios que cuentan con un perfil en la red social, lo que facilita enviarles publicidad personalizada. Y la ‘Brightest Flashlight Free’ que descargaron más de 50 millones de usuarios enviaba la ubicación a quien desarrolló la aplicación, situación rara pues no se necesita activar la ubicación para encender la linterna en el celular. Y ni hablar del caso WikiLeaks…
Al 2017 en México, del total de la población, 71 millones de habitantes utilizaban internet, de los cuales 96% buscaban información, 91% entretenimiento y 90% comunicación; en cuanto a los dispositivos móviles, el 72% del total de la población de seis años o más utilizaba celular, de los cuales 8 de cada 10 eran celulares inteligentes, es decir con acceso a internet. Existen tantos canales de comunicación que la información es incontrolable.
Entonces, ¿qué es lo que le hace pensar a un legislador que puede regular la información que circula en internet? Y es que, desde finales del 2018 hasta principios del 2019, en el Congreso de la Ciudad de México, Alessandra Rojo de la Vega (PVEM) y Federico Döring Casar (PAN), entre otros, han presentado iniciativas para sancionar el ‘sexting’ –término utilizado para significar al intercambio de mensajes con contenido sexual: texto, audio, foto o video–.
De acuerdo con el Congreso de la Ciudad de México, la intención es agregar un artículo al 183 Bis, que quedaría así: “A la persona que explote, divulgue, distribuya, promocione o asedie con la imagen con conducta sexual, a través de las tecnologías de la información, de cualquier persona, se le impondrá de tres a seis años de prisión y de quinientos a mil días de multa”; hasta ahora la iniciativa está siendo valorada.
La propuesta de los legisladores del Congreso de la Ciudad de México es interesante porque es posible que, de aprobarse, posteriormente sea aplicada en otras ciudades del país debido a que el ‘sexting’ es un problema global. Sin embargo, si los legisladores no están bien informados de lo que es el entorno digital, pueden causar más perjuicios que beneficios. El ‘sexting’ es solo una de las situaciones negativas que se intentan penalizar en internet, además del contenido violento en contra de los funcionarios públicos o incluso entre los ciudadanos.
En estos casos, en los que la tecnología evoluciona más rápido que la política, lo mejor sería brindarle la mayor cantidad de informacion posible a los ciudadanos, alfabetización tecnológica, sobre todo a los adultos, para que después sean ellos quienes informen a los menores y así, cada uno, que tome la mejor decisión acerca de cómo comportarse en el entorno digital.
Intentar regular internet es prácticamente imposible. Al mismo tiempo, el gobierno federal ha demostrado que no le interesa en lo más mínimo lo que digan los especialistas, independientemente del tema; han desoído a los especialistas en temas de economía, han desoído a los especialistas en temas aeronáuticos, han desoído a los especialistas en temas petrolíferos. ¿Escucharán a los especialistas en temas digitales?
Penalizar el uso incorrecto de internet es una parte de la solución, pero no es la solución. Hay que penalizar y también educar a la ciudadanía para que tenga el mejor comportamiento posible en internet. Al final, cada uno es libre de compartir lo que quiere, evitando a las personas que intentan sacar ventaja y dañar. Pero en este momento, lo que está claro es que legislar 40 zettabytes parece un poquito difícil.
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