octubre 16, 2025

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“Lo que no se dice, se pinta: la abstracción como territorio emocional”

DOMINGO 3 AGOSTO 2025

PARTE 1

El concepto del arte abstracto, en su intención, propuesta y estética visual, se manifiesta en una representación no figurativa que expresa emociones, ideas y símbolos mediante formas libres, colores autónomos y una composición abierta a la interpretación del espectador.

POR JACK RO

CD. JUAREZ, CHIH.- El arte abstracto, surgido a principios del siglo XX, representa una de las revoluciones más profundas en la historia de la estética tras el cuestionamiento a la tradición artística occidental que había comenzado en el siglo XIX. El arte abstracto es una forma de expresión que propone un lenguaje basado en formas, colores, líneas, gestos y texturas.

Las formas abstractas son tan antiguas y tan diversas como el arte mismo: hay registro de ellas desde las primeras pinturas rupestres y su presencia es frecuente en muchas manifestaciones de todas las épocas alrededor del mundo.

Las formas no figurativas que llamamos “abstractas” no son producto de la razón, sino de su disolución. En la naturaleza, las formas espontáneas —las fracturas de una piedra, el trazo de una nube, la dispersión de la luz solar— no obedecen a un equilibrio armónico, sino a una lógica caótica, a veces caprichosa, que escapa a toda intención humana. En ese sentido, la abstracción pictórica no representa: evoca. No imita más bien sugiere. No ordena sino tiene la intención de explotar de ser libre y auténtica.

El arte abstracto, surgido a principios del siglo XX con figuras como Hilma af Klint y Wassily Kandinsky, se propuso liberar al arte de la representación literal. En lugar de reproducir objetos reconocibles, los artistas comenzaron a trabajar con formas puras, colores autónomos y gestos espontáneos, como si el lienzo fuera un campo de energía emocional.

OBRAS TANYA YAPOR

Hilma af Klint, expresa que el arte como canal de un vehículo espiritual. Fue la primera artista abstracta documentada, activa desde 1906, antes que Kandinsky. Creó obras como Las pinturas para el Templo, concebidas como mapas visuales del alma y del universo.

No buscaba reconocimiento ni ruptura estética: pintaba como médium, guiada por entidades espirituales como “Amaliel”. Los fundamentos de su filosofía espiritualidad fue influenciada por el espiritismo, la teosofía y la antroposofía.

Consideraba que el arte debía revelar lo invisible, lo intangible, lo cósmico. Su obra está llena de símbolos esotéricos, formas geométricas, espirales, y colores que representan dualidades (materia/espíritu, femenino/masculino).

Solicitó que sus obras no se exhibieran hasta 20 años después de su muerte, creyendo que el mundo no estaba preparado. Fue ignorada por la historia oficial del arte durante décadas, hasta que el Guggenheim la reivindicó en 2018 con una exposición récord.

Wassily Kandinsky, concibió el arte como música del alma, Su ´propuesta artística de lo espiritual en el arte, donde expuso su teoría de la abstracción.

Creía que el arte debía liberarse de la representación figurativa para expresar emociones puras. Desarrolló un lenguaje visual basado en formas geométricas, líneas dinámicas y colores vibrantes.

Kandinsky tenía sinestesia: veía colores al escuchar música. Comparaba el arte con una sinfonía: “El color es la tecla. El ojo es el martillo. El alma es el piano”.

Asignaba significados emocionales a los colores: el azul como espiritualidad, el amarillo como energía vibrante. Su filosofía espiritual esta influenciado por la teosofía y el misticismo, como af Klint. Creía que el arte debía elevar el alma y preparar a la humanidad para una nueva era espiritual.

Esta ruptura con el figurativismo tradicional marcó una revolución perceptiva: el arte ya no debía mostrar el mundo, sino responder a él desde lo más íntimo.

Desde la filosofía, la abstracción se vincula con la idea de lo no objetivo, lo subjetivo y lo intuitivo. En palabras de Kandinsky, el color y la forma tienen una resonancia espiritual que trasciende la lógica.
El arte abstracto no busca comunicar un mensaje claro, sino provocar una experiencia. Es un lenguaje visual que se construye desde el azar, desde la pulsión, desde el subconsciente.

La semiótica del arte nos enseña que incluso los signos visuales más simples —una línea, un punto, una mancha— están cargados de significado. Pero en la abstracción, ese significado no es fijo ni universal: es abierto, polisémico, emocional.

El espectador no interpreta, sino que siente. Cada obra se convierte en una experiencia única, irrepetible, donde el sentido se construye en el encuentro entre el gesto del artista y la mirada del otro. Así, la belleza de lo abstracto no es una estética humana, sino una estética cósmica. Es el resultado de un azar atómico, de una explosión de pigmentos, de una danza entre la luz y la materia. Es la manifestación visual de lo que no puede ser dicho con palabras: el deseo, el duelo, la intuición, la vida misma.

Al renunciar a la representación figurativa, abrió un campo de expresión simbólica, emocional y filosófica que ha influido en múltiples disciplinas como: pintura, arquitectura, cine, diseño textil, muralismo y más.
Este ensayo propone una exploración crítica de sus orígenes, teorías fundacionales, evolución interdisciplinaria y su impacto en la vida cotidiana y cultural de los seres humanos.

El significado oculto de lo estético de este arte se inscribe en una ruptura ontológica con la mímesis aristotélica. En lugar de representar el mundo visible, se convierte en una manifestación de lo invisible, lo esencial. Kandinsky, por ejemplo, concibe el arte como una expresión espiritual, donde el color y la forma son vehículos de una verdad interior.

El arte abstracto plantea preguntas sobre la naturaleza del ser, la percepción y la subjetividad, desafiando la idea de que el arte debe tener un referente externo.

La pintura de este género tiene el propósito de la comunicación sin objeto reconocible que plantea esta temática visual porque nace de una necesidad profunda: liberar al arte de la obligación de representar lo visible y convertirlo en un lenguaje autónomo que dialogue directamente con la interioridad humana.

Rompe con la mímesis (imitación de la realidad), que dominó el arte occidental desde Aristóteles hasta el siglo XIX.En lugar de representar objetos externos, busca evocar estados del ser, emociones, intuiciones y verdades invisibles.Kandinsky, uno de sus fundadores, afirmaba que el arte debía expresar la “necesidad interior” del artista, no copiar el mundo exterior.

La subjetividad como centro estético al eliminar la figura reconocible, el arte abstracto invita al espectador a proyectar su mundo interno sobre la obra. Cada forma, color o textura se convierte en un signo abierto, que no tiene un significado fijo, sino que se interpreta desde la experiencia personal.
Esto convierte la obra en un espejo emocional, donde el espectador descubre lo que siente, más que lo que ve.

El arte abstracto cuestiona la idea de que el arte necesita representar algo concreto para tener valor o sentido. En lugar de ser una ventana al mundo, se convierte en una puerta al inconsciente, al pensamiento simbólico y a la intuición.

Según estudios del análisis visual, la abstracción permite expresar lo que no puede ser dicho con palabras: el deseo, el duelo, la pulsión creativa. Esta forma de creación plantea preguntas sobre la naturaleza del ser porque no busca mostrar lo que está afuera, sino revelar lo que está adentro. Es una manera de pensar con imágenes, un pensamiento visual que trasciende lo tangible y convierte la percepción en experiencia subjetiva, emocional y filosófica.

Este enfoque transforma el signo pictórico en un sistema abierto. El color, la forma y la textura dejan de funcionar como referencias externas para convertirse en entidades autónomas. La obra se vuelve un texto polisémico, donde el receptor participa activamente en la construcción del significado. El signo ya no representa: evoca, sugiere, provoca.

La estética del arte plantea esta temática visual porque entiende que el significado no está fijado en el signo, sino que emerge en la interacción entre el signo, el contexto y el receptor. Esta visión transforma radicalmente la forma en que concebimos la obra artística.

Estos estudios estéticos reconocen que el significado no está en el objeto, sino en la mente del que lo interpreta. Esto implica que cada receptor, con su bagaje cultural, emocional y simbólico, reconstruye el sentido de la obra. La obra se convierte en un acto comunicativo dinámico, no en una transmisión lineal.
En el arte visual, esta teoría permite que una imagen abstracta, por ejemplo, que no represente nada concreto, pero sugiere emociones, ideas o memorias.

El signo visual (color, forma, textura) no tiene un significado único, sino que desencadena asociaciones personales y culturales. El color, considerado dentro del plano dimensional del espacio visual, permite comprender que el signo se compone de significante (forma) y significado (contenido); sin embargo, dicha relación es arbitraria y está culturalmente determinada.

No hay conexión natural entre la forma del signo (por ejemplo, un color o una palabra) y lo que representa. El vínculo no es inherente, sino convencional.

El color rojo no significa “peligro” por naturaleza; esa asociación es aprendida y compartida dentro de una cultura. Ferdinand de Saussure lo explicó al decir que el signo lingüístico es una “entidad psíquica de dos caras”: significante y significado, unidos por una convención, no por una necesidad.
Las asociaciones entre signos y significados varían entre culturas. Lo que en una cultura puede simbolizar pureza (como el blanco), en otra puede representar luto.

Umberto Eco y John Lyons señalaron que incluso los signos visuales que parecen “naturales” (como íconos) están influenciados por convenciones culturales que determinan qué rasgos se consideran significativos.

Las aportaciones de Eco y Lyons: el misterio no es ausencia de significado, sino apertura a múltiples significados culturalmente codificados. El lenguaje pictórico abstracto, lejos de ser neutro, es un sistema complejo de signos que dialoga con la historia, la cultura y la percepción.

El significado de un signo se construye dentro de un sistema de interpretación compartido por una comunidad, lo que lo hace dependiente del contexto social e histórico.

El signo visual como el color no tiene un significado universal. Su interpretación depende de acuerdos sociales, experiencias culturales y contextos históricos. Esa arbitrariedad es lo que permite al arte abstracto abrirse a múltiples lecturas y experiencias personales.

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