
DOMINGO 01 JUNIO 2025
El arte fronterizo de Ciudad Juárez ha sido el resultado de una compleja mezcla de influencias culturales que, a lo largo de los años, han dado forma a un movimiento artístico único. Desde sus inicios en pequeños talleres hasta su expansión a mercados internacionales, esta expresión plástica ha sido un reflejo de identidad, resistencia y evolución.
POR JACK RO
En las instalaciones del Centro Cultural de las Artes se llevó a cabo una conversación reunió a cuatro destacados representantes del arte fronterizo, quienes, además de ser extraordinarios artistas, han dejado una huella profunda en la plástica de Ciudad Juárez. Miguel Ángel Moreno, Antonio Herrera coronel Andrés Salas, que han sido pilares fundamentales en la formación de este movimiento.
El arte fronterizo de Ciudad Juárez es más que una manifestación estética; es un reflejo de identidad, historia y resistencia cultural. A través de los años, ha evolucionado gracias a la confluencia de influencias europeas, mexicanas y estadounidenses, creando una estética única que define el espíritu de la frontera.
La intención de esto es buscar rescatar la memoria de los pioneros que, con su talento y dedicación, consolidaron un movimiento artístico que trascendió fronteras y generaciones. Desde los primeros talleres hasta la efervescencia creativa de los años sesenta, cada artista ha dejado su huella en la historia visual de Ciudad Juárez.
Para explora la trayectoria de los artistas que marcaron un hito en la historia visual de la frontera, destacando sus aportaciones y el impacto de su obra en la comunidad. A través de testimonios, análisis y documentación, se reconstruye la memoria de un arte que ha sido fundamental en la construcción de la identidad juarense.
Preservar este legado es fundamental para comprender el impacto del arte en la comunidad y su papel en la construcción de una identidad cultural sólida. Con ello, rendimos homenaje a quienes, con sus pinceles y visión, dieron forma a un movimiento que aún sigue vivo.
Desde sus inicios, los talleres impulsados por estos artistas fueron el punto de partida para la consolidación de las artes plásticas en Ciudad Juárez. De estos espacios surgieron grandes creadores que más tarde fundaron escuelas con enfoques únicos. Destacan nombres como la familia Reyna, Mario Félix, Enrique Ramírez y Mario Parra entre muchos otros, quienes con el tiempo se convirtieron en referentes nacionales de gran relevancia.
Los artistas que emigramos a esta frontera provienen de ciudades donde tienen una basta historia cultural como la ciudad de Guadalajara, Jalisco, con un historial en cultura.
Estos artistas que generaron este producto artesanal instruyeron a los nuevos artistas autodidactas que en base a su talento y habilidades crear las primeras escuelas técnicas de producción de arte y de artesanías en esta frontera que se vendieron no solo en la ciudades más importantes de los estados Unidos de Norte América sino en el interior del país como Guadalajara, Zacatecas y otras partes.

Estos talleres eran una industria un sistemas de producción donde se realizaban actividades como los que montaban las planillas que cada una costaba realizarla en una peseta, cada cuadro realizado se desarrolla en etapas unos hacían una cosa, por ejemplo si era un paisaje uno hacia los árboles, otros las flores, las hojas y así otros otra cosa,
Un curiocero de una tienda, podía vender a los turistas de la avenida Juárez y el mercado Juárez, hasta 1000 panillas en tres días.
Existían cerca de 300 artesanos que trabajaban en estos talleres produciendo este tipo de productos ornamentales que se canalizaron en tiendas de las cadenas que las distribuyen en Estados Unidos Canadá México y Europa…….
La obra de Miguel Angel Moreno tiene una producción de aproximadamente 16,000 obras entre millares de pinturas, grabados, repujados, vitrales, cerámica, esculturas, artefactos y una lista innumerable de objetos que ha realizado imposible de mencionar.
Este famoso pintor es una leyenda del arte fronterizo, conocido por sus paisajes es un pintor que crea paisajes imaginarios, que no existen en la realidad pero nacen de su imaginación, se le puede llamar pintor visionario, artista surrealista, creador de mundos, o simplemente pintor imaginativo.
También podría considerarse un pintor onírico, si sus paisajes parecen sacados de sueños, o un pintor fantástico, si sus escenarios tienen un toque mágico o irreal.
Si tiene un estilo muy personal y único, podrías llamarlo paisajista conceptual o incluso artista evocador, ya que sus obras buscan transmitir sensaciones más que representar lugares reales.
Andres Salas pintor que viene de la herencia de padre de donde adquirió el conocimiento de este arte y lo aprendió, es un pintor retratista, reproduce paisaje, bodegones entre muchas otras técnicas y géneros de la pintura que él realiza.
Antonio Herrera Coronel, aprende el oficio de Moran, y de allí se desarrolla en otras búsquedas sus obras se han vendido en Nueva Yor, Chicago, Los Angeles CA. y en Europa.
Estos talleres no solo dieron origen a un movimiento artístico local, sino que también marcaron el inicio de la actividad productiva y comercial del arte fronterizo, logrando reconocimiento internacional. A lo largo de los años, la plástica juarense se enriqueció con influencias clásicas europeas y con corrientes provenientes de Nuevo México y otras regiones, fusionando estilos que definieron la identidad visual de la frontera.
En los años sesenta, Ciudad Juárez vivió una auténtica efervescencia artística y cultural. La ciudad era un crisol de talento y creatividad, con calles llenas de vida donde convergían artistas, turistas y personajes de renombre internacional.
Desde tierras jaliscienses llegaron los maestros Ángel Morán Luna y Vladimir Alvarado; desde Monterrey, Antonio Arellanes y Manuel Reyna, junto con sus descendientes. En esos años, artistas como David Guevara dominaban el claroscuro con la maestría del gran Rembrandt, mientras que Robles y Berumen dirigían talleres con discípulos talentosos.
Los temas más recurrentes en sus obras eran los paisajes típicos, bodegones, marinas y escenas taurinas, además de retratos de figuras icónicas como Jimi Hendrix, Elvis Presley y Marilyn Monroe. Estas creaciones enriquecieron la cultura visual de la frontera y se convirtieron en piezas de colección admiradas en todo el mundo.
Desconocemos los estudios académicos en los que aprendieron el oficio de pintores; solo conocemos su procedencia. Estos actores fueron quienes construyeron, idearon y diseñaron la industria de las artesanías de la panilla.
Una de las características de este proceso fue que, debido al escaso desarrollo académico, esta frontera carecía de una universidad o de instituciones culturales, como museos de arte de exhibición, galerías o centros culturales idóneos para el desarrollo de la actividad plástica.
Después de la Revolución y ante la falta de una universidad, la única institución establecida en esa época —los años sesenta— era el Museo del Instituto Nacional de Bellas Artes. En 1964, este museo era el Museo de Arte e Historia, vinculado directamente con el INBA de la Ciudad de México, funcionando únicamente como un satélite de sus promociones en esta frontera.
Los artesanos que surgieron de allí y posteriormente emprendieron la carrera de pintores eran autodidactas. Sólo conocían las técnicas de elaboración de productos artísticos gracias a los conocimientos transmitidos por los iniciadores de los talleres, así como por la experimentación y exploración de los materiales, que fueron estudiando poco a poco a lo largo de los años.
A pesar de la importancia del arte fronterizo, su historia ha sido poco documentada. Solo existen registros dispersos en la hemeroteca de Fronterizo, en los archivos del Museo del Instituto Nacional de Bellas Artes de Ciudad Juárez, y posiblemente en la Biblioteca Tolentino.
Para evitar que este legado se pierda, es fundamental recopilar testimonios de los artistas que lo vivieron, explorar archivos físicos y crear un registro digital accesible. Exposiciones, conversatorios y publicaciones pueden ayudar a difundir la historia de este movimiento y garantizar su permanencia en la memoria colectiva.
El arte fronterizo es más que un conjunto de obras; es una manifestación de identidad y resistencia cultural. Preservar su historia no solo honra a sus creadores, sino que también permite a nuevas generaciones comprender la riqueza de este legado. Es momento de rescatar la memoria de un movimiento que definió la esencia artística de Ciudad Juárez.
El análisis del arte fronterizo en Ciudad Juárez puede abordarse desde distintas perspectivas teóricas que permitan entender su desarrollo, influencia y significado dentro de la historia del arte mexicano.
El movimiento plástico fronterizo de Ciudad Juárez no solo es una manifestación artística, sino también una respuesta sociocultural a las condiciones de la frontera. Su desarrollo surge de la confluencia de influencias europeas, mexicanas y estadounidenses, creando una estética híbrida que refleja la identidad y resistencia de la comunidad artística juarense.
Desde la herencia de su historia arqueología, el arte fronterizo puede entenderse como un sistema de signos que comunica una identidad propia. Los artistas de este movimiento emplean símbolos culturales que aluden a la migración, la identidad binacional y el imaginario colectivo de la frontera. En este sentido, el arte se convierte en un lenguaje visual que transmite significados más allá de la estética, permitiendo a los espectadores interpretar las obras en función de su contexto histórico y social.
Desde la herencia de su historia arqueológica, el arte fronterizo puede entenderse como un sistema de signos que comunica una identidad propia, anclada en el pasado y en las dinámicas de la región.
La frontera ha sido, desde tiempos prehispánicos, un espacio de intercambio cultural, donde diversos grupos indígenas, como los Anasazi, Mogollones y Jumano, dejaron rastros de su cosmovisión en petroglifos, cerámicas y estructuras arquitectónicas. Estas representaciones ancestrales, aún visibles en sitios arqueológicos del norte de México y el suroeste de Estados Unidos, revelan la existencia de una tradición artística en la región que ha evolucionado con el tiempo.
Desde una perspectiva antropológica, el arte fronterizo responde a la interacción entre diferentes culturas y a las narrativas de migración que han definido la vida en la frontera. Los artistas de este movimiento emplean símbolos culturales que hacen referencia a la migración, la identidad binacional y el imaginario colectivo, evocando elementos de las antiguas tradiciones pictóricas y escultóricas que solían representar el desplazamiento de grupos humanos y la adaptación a nuevas realidades.
El arte en la frontera también actúa como un vehículo para la memoria histórica, rescatando figuras, escenarios y relatos que vinculan el presente con el pasado. La iconografía utilizada por los creadores fronterizos retoma elementos de la plástica indígena y colonial, reinterpretándolos dentro de un contexto moderno. Además, se observa la presencia de técnicas que han sido heredadas de los antiguos pobladores, como el uso de pigmentos naturales y materiales locales, los cuales recuerdan las prácticas de los primeros habitantes de la región.
En este sentido, el arte fronterizo no solo es una manifestación contemporánea, sino una extensión de un lenguaje visual que ha sido parte de la historia de la zona durante siglos. Más allá de la estética, permite a los espectadores interpretar las obras en función de su contexto histórico y social, estableciendo un diálogo entre el pasado y el presente. Así, la frontera se convierte en un espacio donde la creatividad no solo expresa identidad, sino que también reafirma la continuidad de una tradición artística arraigada en la memoria colectiva.
El movimiento plástico fronterizo no solo es una manifestación artística, sino un fenómeno sociocultural con raíces profundas en la identidad de Ciudad Juárez. Su estudio exige un enfoque multidisciplinario que abarque la historia, la semiótica, la hermenéutica y la epistemología. Preservar su memoria y documentar su impacto es esencial para entender su verdadera contribución al arte mexicano.

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