Timing Político

La política tiene su propio Timing

Cartapacio

Raúl Ruiz

Esta mañana por alguna extraña razón del subconsciente, amanecí pensando en el mar.

Pero el mar es infinito, como el universo.

Y no hay tiempo en la vida para descubrirlo todo.

Así que me concentré solamente en el oleaje.

Ahí estaba yo, antes del amanecer, arrullándome con el rumor de las olas.

Y conforme iba naciendo el día, un viento tibio me tomó de sí, y me llevó al embeleso, que no al éxtasis.

Las olas capilares, las más pequeñas, se forman con las partículas de aire que rozan a las partículas de agua y se empiezan a formar minúsculas olas de pocos milímetros de longitud.

El viento es el factor. La caricia sobre el agua levanta el crespo.

Como el pezón que se aviva al roce de las yemas de mis dedos.

Hasta aquí la introducción poética.

Viene al caso, porque en el mar pre electoral hacia el 24, los colores de los contendientes ondean en una pasividad fascinante.

Mal calmo le dicen los marineros.

En el mar calmo, casi inmóvil voy a poner, solo por hoy, al partido Verde, con sus adorables dirigentes, haciendo labor social con perritos y gatitos.

Y al partido Naranja. Con sus dirigentes congelados, pasmados, absortos, inertes.

Tal vez esperan un «viento María» que los despierte y los ponga en oleaje crespo.

Enseguida, en mar de viento, irregular y variable, pondré a los priyistas, que a pesar de estar como el sargazo, flotando a la orilla de la playa, causando fastidio, no se arredran y pretenden infructuosamente reconciliarse con la masa.

Un poco más cadencioso, el partido azul, meciéndose en olas libres u oscilatorias, que, como todos sabemos, se representan en toda la superficie marítima y se deben a las variaciones del nivel del mar.

Los movimientos en el gabinete estatal, determinarán la fuerza o debilidad de su oleaje.

Los perredistas, en oleaje de cabrilleo diletante, ocasionado por el batir de las alas de mariposas amarillas que zumban cada vez más fuerte, pero que no alcanzan tanto revoloteo, a pesar de haber fundado ya varios santuarios amarillos.

No veo olas gigantes, las conocidas como olas vagabundas u olas monstruo, son olas relativamente grandes y espontáneas que no se explican por el estado del mar ni por terremotos, y que constituyen una amenaza seria incluso para los grandes barcos y transatlánticos.

Solo los Morenos, en rompiente.

Con la pugna entre el alcalde Pérez Cuéllar, que sube entre la espumosa marea municipal, y el superdelegado, Loera de la Rosa, que busca el acomodo de su proyecto, entre los arrecifes de su partido.

Una ola que viene con fuerza, es la que representa la joven y hábil diputada, Andrea Chávez, impulsada por los vientos de Huiztlampa, concretamente desde Palacio Presidencial.

Mañana dicta su primer informe en el Centro Cultural Paso del Norte y veremos quienes vienen desde Tenochtitlan a acompañarla.

Voy por un té de Damiana para pasar el frío.

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