
MARTES 08 ABRIL 2025
POR JACK RO
Como en los tiempos de la Biblia, hoy enfrentamos una serie de «plagas modernas», consecuencias de la desatención gubernamental a las medidas higiénicas y la falta de conciencia ciudadana. Si los antiguos aztecas en sus tianguis y mercados lograron establecer estándares de limpieza, no hay excusa para que en pleno siglo XXI nos enfrentemos a problemas que se asemejan a las calamidades descritas en el libro sagrado de nuestra tradición judeocristiana.
Las diez plagas de Egipto, narradas en el libro del Éxodo, son un símbolo de cómo el abandono y la indiferencia pueden desencadenar catástrofes que afectan a toda una sociedad. Hoy no lidiamos con invasiones de langostas o ranas, pero sí con enfermedades como el sarampión, la fiebre tifoidea, el COVID-19, la influenza e incluso la reaparición de casos de lepra en el país. Estas «plagas modernas» nos recuerdan que la falta de higiene y prevención sigue siendo un peligro real y latente.
El pasado domingo 6 de abril, me dispuse a escribir una nota sobre el alarmante estado antihigiénico del Monumento, en pleno bazar dominical. Este espacio, que cada semana recibe a cerca de 500 personas, refleja un abandono evidente, especialmente en lo que respecta a sus baños públicos. Las condiciones son deplorables: suciedad acumulada, mal olor y falta de mantenimiento, convirtiendo un espacio que debería ser atractivo en un foco de insalubridad.
En tiempos donde las epidemias son parte de nuestra realidad diaria, es inaudito que lugares tan concurridos no cuenten con instalaciones sanitarias en condiciones adecuadas. No solo se pone en riesgo la salud de los asistentes, sino que también se afecta la reputación de un sitio que podría ser un emblema cultural y un punto de reunión para la comunidad.
Hace apenas tres domingos, fui testigo de esta realidad. Aunque algunos consideren que criticar estas situaciones es «personal», este problema trasciende un lugar específico como La Plaza Cervantina. Allí, en eventos masivos, también he observado la falta de baños públicos. Esto evidencia una problemática recurrente que exige soluciones inmediatas.
Como narrador de noticias, considero mi responsabilidad alertar sobre estas situaciones. No escribo con el afán de polemizar, sino de invitar a la reflexión y la acción. Las autoridades, los organizadores de eventos y los propios ciudadanos debemos tomar cartas en el asunto. Desde campañas de limpieza, inversiones en infraestructura hasta fomentar una cultura de cuidado colectivo, hay muchas acciones posibles para revertir este panorama.
Denunciar es el primer paso hacia el cambio. Estas palabras no buscan señalar culpables, sino alentar soluciones que transformen estos espacios públicos en lugares dignos, higiénicos y seguros para todos.
Es momento de trabajar en conjunto para que el Monumento y otros puntos emblemáticos de la ciudad brillen, no solo por su historia, sino por el cuidado que les dedicamos.
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