Por: Raúl Ruiz
El año abre con números escalofriantes por los contagios de covid.
Muchas bajas en la aldea.
Los hospitales al tope por la variable Omicron y otras complicaciones.
La gobernadora y varios funcionarios de su gobierno recayeron en la enfermedad, pese a tener ya sus dos vacunas obligatorias.
De amarillo pálido, pasamos a naranja intenso solamente en el salto del 21 al 22. Y posiblemente al rojo, si no moderamos los índices del contagio.
Pero, al parecer los miembros del consejo estatal de salud, manejan la situación en dos diferentes rieles.
Por un lado, restricciones imperativas para reducir los aforos en establecimientos públicos y por el otro, un relajamiento insensible para determinar el retorno presencial en todo el sector educativo.
El 24 al aula. Ha dicho nuestro secretario de Educación.
Los datos que ofrecen las instituciones educativas de la localidad, parecen insuficientes para que, en los altos mandos gubernamentales se tome una decisión razonable.
En entrevista exclusiva con el doctor Abraham Paniagua, director de la facultad de ciencias políticas y sociales de la UACH, comentó para Cartapacio que recientemente, en una reunión con el secretario, Javier González Mocken, varios directivos de instituciones educativas de diversos niveles, entre ellos el rector de la UACJ, doctor Juan Ignacio Camargo Nassar, representantes del colegio San Patricio, y el propio doctor Paniagua entre otros, le comentaron a Supermocken que a su juicio, no era una buena idea obligar a las escuelas a retornar a clases en la modalidad presencial.
Los contagios entre el personal administrativo, docente y alumnado es ya muy elevado y el retorno obligatorio para el 24 de enero, sería todavía más arriesgado e inseguro.
El Secretario de Educación, recibió todas las expresiones locales, y ofreció llevarlas al seno del consejo estatal de salud, organismo gubernamental que determina las estrategias de seguridad en estos tiempos de pandemia, para reconsiderar la decisión.
Si alguien me preguntara al respecto, diría que es poco probable el retorno presencial a clase.
La lógica se impone.
Pero finalmente, ¿yo quien soy para influir en estas decisiones?
No leemos en la próxima.
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